Informes
Los datos de alta frecuencia que medimos en cadenas de supermercados del Gran Buenos Aires (alimentos y productos de cuidado personal) nos mostraron una deflación por primera vez desde que hacemos este ejercicio. Hay muchos peros porque nuestra canasta no es idéntica a la del INDEC y la muestra de comercios es más chica, pero aún así en los últimos meses los alimentos que medimos tuvieron trayectoria bastante similar a la de los subíndices de alimentos del índice de la Ciudad de Buenos Aires y la del INDEC para el Gran Buenos Aires.
Los pergaminos del equipo económico están claramente sesgados a las cuestiones financieras. Y ese es el área donde resultados más tangibles han conseguido Luis Caputo y Santiago Bausili. Tuvieron la dosis de suerte que siempre se necesita ya que el riesgo país bajó fuertemente en todos los países de América Latina en un mundo en donde volvió el “search for yield”. Pero como dice el refrán: a la suerte hay que ayudarla. Y en este caso fue mucho más que suerte.
Se cumplen los primeros 100 días de gobierno de Milei. Un experimento para el sistema político argentino. Como ya se demostró en este poco tiempo, la política es precisamente el eslabón más débil de la gestión de Milei. Las principales figuras del gobierno no tienen experiencia en el sector público y el establishment también tiene que acostumbrarse a una nueva forma de comunicación y política que impone Milei.
La apertura de sesiones ordinarias del Congreso dejó mucha tela para cortar. Hubo insultos hacia “la casta”. La clase media en general apoyó el discurso y hubo un final conciliatorio. Alivio para las provincias y el Pacto de mayo. Más allá del estilo particular del presidente, al final todos sabemos que buscar consensos es un punto de partida saludable para reducir la volatilidad de la economía argentina, quizás el síntoma más obvio de los desajustes estructurales.
El gobierno nacional está embarcado en la misión de mejorar las cuentas nacionales por 5 puntos del PBI. Nosotros no somos tan optimistas, pero creemos que es muy probable que al menos se alcance un equilibrio primario, lo que sería muy meritorio por lograrse en un año recesivo. Más aún creemos que si se logra el equilibrio primario el riesgo país podría caer a la mitad de lo que está hoy y bajar a cerca de 800 puntos para principios de 2025.
Esta semana estuvo en Buenos Aires Gita Gopinath, la número 2 del FMI. Vino con parte de su equipo y se encontró con el presidente de la nación y varias figuras del sector privado. Estuvo elogiosa del programa y marcó algunos desafíos que enfrentará el equipo económico en las próximas semanas o meses. Aprovechamos su visita y nosotros también pasamos revista a estos 75 días de gestión.
La Argentina está transitando el peor momento de la recesión. Esto era esperable dado el necesario reacomodamiento de precios relativos que, si bien está encausado, aún no terminó. Lo dijo el presidente cuando asumió al hablar de “estanflación”. También la gran mayoría de los consultores estimábamos una caída de actividad en los primeros meses del año. Una cosa es decirlo y otra distinta es vivirlo. La frustración de muchas familias con pérdida de poder de compra, de comerciantes e industriales que no venden es más que entendible. Es al mismo tiempo una amenaza política para el gobierno ya que la opinión pública hace menos de 3 meses le dijo a Milei que avance, pero quizás no todos estaban conscientes de la inevitabilidad de un ajuste severo.
Como era de esperar el Directorio del Fondo aprobó la revisión del programa de Argentina, aunque dejó en claro que Massa incumplió todas las metas. El FMI aplaude el esfuerzo fiscal que promete el gobierno, entendiendo que es el ancla del programa. También queda claro que gran parte de la reducción del déficit está basada en impuestos transitorios, como el impuesto país, y que se evaluará más adelante la mejor forma de consolidar el ajuste inicial.
Y sigue sigue la marcha de la Ley ómnibus y del Decreto de Necesidad y Urgencia. Ya se consiguió dictamen de comisión con lo cual la semana que viene va al recinto de diputados donde se espera que la Ley quede aprobada en general. Quedará la discusión sobre algunos artículos donde el gobierno no tiene mayoría, como la suba de retenciones y la fórmula de ajuste de las jubilaciones. En el camino quedaron las reformas del código civil, de la ley penal, de la reforma electoral y de la privatización de YPF entre otras que no son fundamentales en esta etapa para la reducción del déficit fiscal.
Termina una semana con buenas noticias en el frente parlamentario y nuevas preocupaciones en el frente cambiario. La ley ómnibus, aunque con varias modificaciones, sigue avanzando en el Congreso. Lo importante es que el gobierno va a conseguir gran parte de lo que buscaba en lo fiscal que es hoy lo más importante de la agenda económica. Seguramente va a haber cambios en la fórmula para ajustar las jubilaciones y pensiones, se fijarán límites a la venta de acciones de YPF y de activos del FGS, pero de cualquier manera con esto el gobierno se acerca (aunque al final no llegue) a las metas que están en el acuerdo con el FMI. Lo único que queda pendiente es el cambio del mínimo no imponible en ganancias.
Los planes de estabilización son animales complejos. En cada decisión hay muchos caminos probables con resultados que no son tautológicos. Lo que sí sabemos en que estos procesos no son lineales. Hay momentos en donde las cosas salen y otras no salen. Esta semana termina con sabor positivo. Hay 3 hitos (que no son independientes entre sí) que ayudan a generar buena onda sin que esto implique que se haya ganado la batalla.
El gobierno está en un brete. Sabemos que Javier Milei y su equipo tienen la convicción de resolver los problemas económicos tal que se estabilice la economía. Tienen el diagnóstico correcto. Por eso lanzaron, en su segundo día de gestión, un programa fiscal que apuntar a tener superávit primario en este 2024, quizás más ambicioso de lo que muchos creíamos. Lo mismo se puede decir del shock cambiario que apunta a alinear precios relativos sin gradualismo. Y también vale para la intención de hacer reformas estructurales rápidas y sin anestesia. Sin embargo, tras un lanzamiento auspicioso que generó esperanza y se reflejó en los índices de confianza en el gobierno y confianza del consumidor, empieza a bajar la espuma y se ve un camino más sinuoso. Surgen problemas que no tienen resolución fácil. Siempre supimos que los inconvenientes llegarían. Pero ahora que son tangibles podemos analizarlos más de cerca.
- semanal
Una revolución contra la casta, sujeta a la política y a la estabilización
Milei presentó su decreto de desregulación, un deja vu de aquella medida presentada por Domingo Cavallo el 1 de noviembre de 1991. El contenido es verdaderamente revolucionario, mejorando la organización de los mercados en muchísimos sectores. Desde el mercado de trabajo, el inmobiliario, el automotriz, el aerocomercial y también derogando leyes que quedaron en desuetudo, pero eran amenazas en futuros gobiernos. El mercado reaccionó positivamente y los empresarios dieron su ok fuerte y claro en on the record. Hasta ahí todo bien. Si consigue pasar por el Congreso y la Justicia, será un salto de productividad para la economía argentina y un alivio para los consumidores. Es parte de lo que la Argentina necesita para desarrollar su potencial, que en nuestro criterio es importante.
La primera impresión fue buena. Falta mucho, pero fue un buen comienzo. El gobierno anunció entre martes y miércoles los primeros pasos para resolver el embrollo económico en el que se encuentra. Sorprendió positivamente el anuncio fiscal, con más ajuste del que se pensaba (queda colchón por si algo no sale) y con una mezcla de suba de impuestos y reducción de gastos que lo hace más digerible. La reversión de la baja al impuesto a las ganancias personales es especialmente positiva porque repone un tributo progresivo y le da gobernabilidad poniendo plata en las arcas provinciales.
La Argentina está ante una nueva oportunidad. La situación económica tocó fondo. Es sabido que siempre se puede estar peor, pero también es un cliché decir que estas crisis se pueden convertir en oportunidades. Creemos que hay ambiente de cambio. Muchos de quienes votaron a Milei en la segunda vuelta hoy lucen más esperanzados que hace unas semanas. Hay expectativa de que se implementen una serie de reformas microeconómicas y macroeconómicas que saquen a la Argentina de este letargo de 12 años sin crecimiento y más de 40% de pobreza. De la macro hablamos mucho, pero lo micro es algo que a veces no dimensionamos.
La mayoría de los economistas (incluyendo los que hacemos Econviews) creemos que el ajuste fiscal es condición necesaria para estabilizar la economía. Es decir que Javier Milei tiene el diagnóstico correcto. La analogía de la motosierra que usó en la campaña fue un tanto explícita, pero no menos correcta.
Finalmente es Milei, la esperanza le ganó al miedo y el voto fue por el cambio. Pero el camino que enfrenta la economía es complejo. No se va a transitar por una autopista, por el contrario, es un camino sinuoso, empantanado y lleno de obstáculos en el que si todo sale bien al final podemos llegar al valle encantando, pero nada asegura que no pase algo en el camino y terminemos en una ciénaga.
La economía argentina acumula muchos problemas importantes. Tiene reservas negativas, restricciones cambiarias soviéticas, un tipo de cambio atrasado, 12 meses sin crecer, una inflación que tiene un piso de 180% para este año y más de 40% de gente debajo de la línea de pobreza. El déficit fiscal primario transita su décimo cuarto año consecutivo, no hay acceso al crédito y el mercado le asigna altas probabilidades a un default soberano en los próximos 3 años. Las cantidades exportadas totalmente estancadas y siguen los ejemplos.
Los números preliminares de octubre probablemente cuenten la historia de una desaceleración en los precios. La inflación probablemente se haya movido entre 9 y 10%. En el último trimestre los precios subieron alrededor de 38-39% mientras que el tipo de cambio lo hizo un 26.5%, lo que marca una apreciación real importante.
Todas las elecciones presidenciales son vistas como muy importantes, pero esta da la sensación de ser doblemente importante. La Argentina está en una situación límite con una inflación que amenaza con llegar a 200% para fin de año, 12 años de estancamiento, 14 años seguidos de déficit fiscal primario y una situación externa sumamente delicada. El tipo de cambio está atrasado y el gobierno ha mantenido un cepo cambiario soviético en donde las operaciones más sencillas son difíciles o están directamente prohibidas y eso llevó a que el mercado le ponga un precio al dólar que es 3 veces el oficial. Además, hay récord de pobreza y un mercado laboral cada vez más informal, lo que genera una situación social muy compleja que no crea el caldo de cultivo ideal para encarar los cambios que se necesitan.
Los escenarios van quedando algo más claros. Filosóficamente hay un oficialismo encarnado en Sergio Massa, que de ganar tendrá que hacerse cargo de los desarreglos de los últimos años. Milei y sus nuevas alianzas probablemente materialicen la hipótesis de un león herbívoro. Si bien quedó afuera la opción preferida del mercado, da la sensación de que no vamos a ir hacia Venezuela ni hacia la aplicación de un modelo austríaco abstracto de toda realidad. En ese sentido parecería que los riesgos bajaron ya que probablemente Milei tampoco pueda forzar una dolarización que implique una hiperinflación previa y merced al apoyo de parte del PRO, en caso de ganar termine haciendo un programa más moderado.
El gobierno sigue sin generar nada de confianza. Insiste con los parches que tienen rendimientos decrecientes. Dólar Vaca Muerta, dólar pyme y ahora quizás dólar auto. Desde algunos rincones del oficialismo dicen que el año que viene tendrán superávit primario al tiempo que bajan impuestos sin ninguna lógica y con el único fin de posicionarse mejor antes de las elecciones. El mercado en sentido amplio, es decir no sólo los integrantes del sistema financiero sino todos los que tienen o pueden tener pesos gritan a coro desconfío, como en el viejo juego de naipes.