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La política monetaria y cambiaria viene evolucionando desde que subió Milei. Al principio incorporó elementos heterodoxos porque el objetivo era licuar y darle un ancla a la inflación. En ese período las tasas de interés fueron negativas, había un tipo de cambio oficial cuasi-fijo, se mantuvo el cepo y hubo varios tipos de cambio. Con el tiempo hemos llegado al régimen actual en el que el ancla del programa es el crecimiento de la cantidad de dinero, la tasa de interés real es positiva y el tipo de cambio flota dentro de una banda cambiaria.

El debate sobre el tipo de cambio se ha calmado ahora que el dólar flota dentro de la banda y su valor lo determina el mercado. Es cierto, todavía no es una flotación limpia porque se mantienen muchos controles cambiarios para las empresas, pero la brecha con los dólares paralelos ha desaparecido y el Banco Central no interviene. Ahora la discusión ha pasado a ser el nivel de las reservas internacionales; es decir, se desplazó de los precios a las cantidades, aunque en el fondo ambas reflejan la cuestión de la sostenibilidad de las cuentas externas.

Finalmente, el Tesoro consiguió dólares emitiendo un bono en pesos para inversores internacionales, que lo suscriben en dólares. Así, el Tesoro recibe dólares frescos, aunque los vencimientos de capital e intereses se van a pagar en pesos. a jugada es buena: le permite al Gobierno acercarse a la meta de reservas con el FMI (que todos sabemos que no va a cumplir) y, al mismo tiempo, mantiene su promesa de no comprar reservas dentro de la banda cambiaria.

Finalmente se develó el misterio del plan para los dólares del colchón, y todo indica que las medidas son menos revolucionarias de lo que muchos esperaban. Aun así, representan un avance importante: al elevar los montos a partir de los cuales deben reportarse las transacciones, se simplifica la vida de la gente y se facilita el uso de fondos que hoy están en la economía informal. Esto podría traducirse en un leve aumento del consumo y en una mayor circulación de dólares. Sin embargo, si esos billetes no ingresan al sistema financiero, difícilmente se traduzcan en más reservas.

La agenda de desregulación y apertura sigue a toda marcha. Probablemente se trate de uno de los frentes donde el Gobierno ha logrado mayores avances. Desenredar la maraña de regulaciones y abrir la economía implica, en muchos casos, enfrentarse a intereses empresariales profundamente arraigados. Sin embargo, el Ejecutivo decidió dar un paso más en vísperas de las elecciones en la Ciudad de Buenos Aires.

Tras el nuevo acuerdo con el FMI, el Gobierno anunció el inicio de una nueva fase del programa económico, un punto de inflexión que marcaría el paso de la estabilización al crecimiento sostenido. Sin embargo, con el correr de los días, quedó claro que aquella visión fue, quizás, apresurada y que en realidad estamos yendo a una fase de consolidación del proceso de estabilización. El plan de crecimiento sostenido, por ahora, deberá esperar. Por ahora seguimos en la etapa del rebote luego de dos años de caída del PBI.

No hay una segunda oportunidad para causar una buena primera impresión. Tras la implementación del nuevo esquema de bandas, el objetivo principal del Gobierno fue evitar un overshooting del tipo de cambio y, con ello, alimentar la narrativa de que no hubo un salto cambiario y que, por lo tanto, los precios no debían ajustarse.

La política monetaria del nuevo programa muestra un cambio hacia un esquema más convencional. Se fijan objetivos para los agregados monetarios tradicionales, como la base monetaria tradicional o el M2, en lugar de poner un tope a la base monetaria amplia, otro invento argentino que no aparece en ningún libro de texto. También se dejó atrás el rígido crawling peg del 1% mensual, que estaba destinado a perpetuar un preocupante atraso cambiario, y se adoptó una banda cambiaria con la idea de que el tipo de cambio flote entre el piso de 1,000 y el techo de 1,400 pesos. Pero, como es típico en Argentina, el nuevo régimen trajo varias sorpresas, y en muchos casos el principal sorprendido fue el FMI.

Los primeros días sin cepo fueron, sin dudas, un éxito para el Gobierno. El mercado reaccionó de forma muy positiva a los anuncios: lejos de irse al techo de la banda, el tipo de cambio se ubicó más cerca del piso. El Merval arrancó con fuerza, luego cedió algo de terreno, pero los bonos se mantuvieron firmes y el riesgo país se acercó a los 700 puntos. La brecha cambiaria se desplomó.

Otra semana complicada para el Gobierno. Por si no teníamos suficiente con Argentina, se complicó el contexto mundial. La vuelta del “peluca americano” pasó de ser un notición a un dolor de cabeza. No solo por los efectos de la política arancelaria, sino también porque las expectativas de una fuerte recesión hicieron caer las bolsas en el mundo, y la suba del riesgo país nos aleja de poder emitir bonos por un tiempo. A esto se suma que sigue la incertidumbre del programa con el FMI y el futuro del dólar (o del pobre peso) y el rechazo a los pliegos de Lijo y García Mansilla a la Corte Suprema, otro revés para Milei.

El gobierno se fue metiendo solo en una encrucijada que ahora parece difícil de resolver. La estrategia fue diametralmente distinta a la de Macri. Rápido en lo fiscal, pero paciencia infinita para salir del cepo. Sin embargo, el problema cambiario nunca dejó de estar ahí, y el manejo de las expectativas y los tiempos para resolverlo se volvió crucial.

El “peluca” original volvió con todo. Apenas dos meses después de tomar el mando, ya logró enloquecer al mercado. Según sus propias palabras, su objetivo es “reconstruir el país”, dejar atrás el déficit comercial, incentivar la producción y priorizar el trabajo local. Pero sus idas y vueltas—sobre todo en lo referido los aranceles—han sido tan fuertes y repetidas que el mercado entró en pánico y se paralizó. También hay preocupación por la institucionalidad: Trump está ignorando los fallos contrarios de la Justicia en áreas sensibles como la ley migratoria o la eliminación de agencias autónomas. ¿Y sí avanza sobre la autoridad de la Reserva Federal, algo con lo que amenazó varias veces en su primer gobierno?

Las últimas semanas fueron un verdadero dolor de cabeza para el gobierno. El Merval viene por el tobogán acumulando una caída de más del 20% en dólares en lo que va del año, y el riesgo país pegó un salto de más de 200 puntos hasta 780. La brecha, que hasta hace unos meses se desplomaba como un piano, ahora necesita intervención oficial para no superar el 15%. La buena noticia es que, a pesar del deterioro en las variables financieras —todavía no alarmante— la economía sigue en modo recuperación y la inflación sigue bajando, más allá de cierta resistencia que podría mostrar en febrero y marzo.

Argentina se encuentra en una encrucijada: por un lado, el gobierno insiste en recortar la inversión pública para mantener el superávit fiscal, y por otro, apuesta a que la ganancia de productividad compense la apreciación del tipo de cambio real. En esta estrategia se repite casi como un dogma cuando se le pregunta a algún funcionario por la inversión: ¡que lo hagan los privados! Pero… ¿realmente funciona esto en la práctica?

A un año de la implementación del plan del Peluca podemos decir que los resultados fueron exitosos. La inflación bajó de manera rápida, la brecha cambiaria se mantuvo acotada, el crédito creció, los salarios reales comenzaron a recuperarse y la actividad económica repuntó. Al mismo tiempo, el Banco Central compró más de US$ 23 mil millones, aunque las reservas no subieron debido a los pagos de deuda.

El gobierno sorprendió al anunciar una baja temporal de las retenciones al sector agropecuario y su eliminación para las economías regionales, aprovechando el excelente resultado fiscal obtenido en 2024. Le medida se da en la antesala de la reunión entre Caputo y la mesa de enlace, donde los productores tenían previsto reclamar menos retenciones. La baja de impuestos se celebra, y es un primer paso importante hacia la eliminación de este impuesto distorsivo que viene asfixiando al sector más competitivo de la economía hace más de 20 años.

Los argentinos tenemos una tendencia a pensar en dólares, fruto de la inflación que nos castigó durante tantos años. Es casi natural cuando vamos a un restaurante o compramos una remera pasar los precios a dólares para ver si es caro o barato. Y no hay duda de que cuando miramos nuestros ahorros y tomamos decisiones de inversión las pensamos en dólares. En otras palabras, Argentina ya es una economía bimonetaria independientemente del marco jurídico.

Uno de los grandes éxitos del programa económico ha sido la fenomenal reducción del riesgo país. Bajó de unos 2,000 puntos cuando asumió Milei a niveles de 580 puntos en estos días. Esta mejora no ha sido acompañada en la misma dimensión por mejoras en las calificaciones crediticias que siguen en CCC para las tres grandes calificadores, pero seguramente van a ir mejorando a medida que Argentina mejore su “fundamentals” financieros.

El año comienza con muchas esperanzas y algunos desafíos. El 2024 dejó logros importantes, como la impresionante mejora en las cuentas fiscales, o la baja de la inflación y de la brecha cambiaria. Al mismo tiempo, la economía empieza a mostrar un sendero de recuperación y, luego de un deterioro inicial, comenzaron a mejorar los salarios reales y los niveles de pobreza.

Se va el 2024 y en Econviews queríamos terminar haciendo un resumen de lo mejor y lo peor del año. Sin dudas fue un año que vamos a recordar y dentro de un tiempo lo podremos poner en contexto histórico. Por lo pronto, esta lista es una contribución para que cada uno vaya sacando sus propias conclusiones antes de las fiestas.

En el discurso para evaluar su primer año de gobierno Milei mostró satisfacción con los logros obtenidos, y fue hecho en un tono más calmo del que nos tiene acostumbrados, lo que es reconfortante. Quedó claro que el 2024 fue el año de la estabilización y de capear la crisis que dejó el gobierno anterior, y el 2025 tendrá que ser el año de consolidación y de crecimiento.

Hace un año en el país dominaba la incertidumbre y el temor a una crisis de grandes magnitudes. El primer objetivo de Milei fue capear la crisis, pero había preocupación en el mercado porque asumía un gobierno sin experiencia en funciones ejecutivas, con una marcada minoría en ambas cámaras del Congreso, sin gobernadores ni intendentes de su partido y con una situación social delicada y que ante una chispa podía explotar.

Se acerca fin de año y empiezan las preguntas sobre si Argentina tiene los fondos para hacer frente a los vencimientos de deuda del 2025. El número que ronda en el ambiente suena grande, unos 17,000 millones de necesidades financieras en dólares y 11% del PBI de la deuda en pesos. Sin embargo, cuando se miran en detalle el panorama luce mejor y a menos que aparezca un cisne negro, no debería haber problema en enfrentar los pagos y cumplir el programa financiero del año que viene. Tal vez esto explica por qué el riesgo país bajó en estos días a 750 puntos con pronóstico positivo, cuando en julio estuvo en 1,500 puntos.

El encuentro entre Milei y Trump impactó por haber sido apenas una semana después de las elecciones, y porque fue el primer mandatario en reunirse con el presidente electo desde entonces. La reunión se enmarcó en un contexto donde al gobierno le viene saliendo todo bien. El equilibrio fiscal se consolida como innegociable, la inflación viene bajando más rápido de lo esperado, el riesgo país ya perforó los 800 puntos y Milei sigue manteniendo un alto nivel de apoyo. En el medio, la actividad económica empezó a pegar la vuelta y, aunque de manera lenta los salarios siguen recuperando.
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El conflicto entre el gobierno de Milei y Aerolíneas Argentinas e Intercargo no es solo un choque con un sector sindicalizado o parte del plan de ajuste del gasto; es una batalla crucial para ver si se logra un cambio de régimen, un momento bisagra para poder avanzar con otras reformas estructurales. Si bien el programa macroeconómico es central para frenar la inflación y la estabilidad, la desregulación y las reformas estructurales son cruciales para lograr un crecimiento sostenido.