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Otra semana complicada para el Gobierno. Por si no teníamos suficiente con Argentina, se complicó el contexto mundial. La vuelta del “peluca americano” pasó de ser un notición a un dolor de cabeza. No solo por los efectos de la política arancelaria, sino también porque las expectativas de una fuerte recesión hicieron caer las bolsas en el mundo, y la suba del riesgo país nos aleja de poder emitir bonos por un tiempo. A esto se suma que sigue la incertidumbre del programa con el FMI y el futuro del dólar (o del pobre peso) y el rechazo a los pliegos de Lijo y García Mansilla a la Corte Suprema, otro revés para Milei.

El gobierno se fue metiendo solo en una encrucijada que ahora parece difícil de resolver. La estrategia fue diametralmente distinta a la de Macri. Rápido en lo fiscal, pero paciencia infinita para salir del cepo. Sin embargo, el problema cambiario nunca dejó de estar ahí, y el manejo de las expectativas y los tiempos para resolverlo se volvió crucial.

El “peluca” original volvió con todo. Apenas dos meses después de tomar el mando, ya logró enloquecer al mercado. Según sus propias palabras, su objetivo es “reconstruir el país”, dejar atrás el déficit comercial, incentivar la producción y priorizar el trabajo local. Pero sus idas y vueltas—sobre todo en lo referido los aranceles—han sido tan fuertes y repetidas que el mercado entró en pánico y se paralizó. También hay preocupación por la institucionalidad: Trump está ignorando los fallos contrarios de la Justicia en áreas sensibles como la ley migratoria o la eliminación de agencias autónomas. ¿Y sí avanza sobre la autoridad de la Reserva Federal, algo con lo que amenazó varias veces en su primer gobierno?

Las últimas semanas fueron un verdadero dolor de cabeza para el gobierno. El Merval viene por el tobogán acumulando una caída de más del 20% en dólares en lo que va del año, y el riesgo país pegó un salto de más de 200 puntos hasta 780. La brecha, que hasta hace unos meses se desplomaba como un piano, ahora necesita intervención oficial para no superar el 15%. La buena noticia es que, a pesar del deterioro en las variables financieras —todavía no alarmante— la economía sigue en modo recuperación y la inflación sigue bajando, más allá de cierta resistencia que podría mostrar en febrero y marzo.

Argentina se encuentra en una encrucijada: por un lado, el gobierno insiste en recortar la inversión pública para mantener el superávit fiscal, y por otro, apuesta a que la ganancia de productividad compense la apreciación del tipo de cambio real. En esta estrategia se repite casi como un dogma cuando se le pregunta a algún funcionario por la inversión: ¡que lo hagan los privados! Pero… ¿realmente funciona esto en la práctica?

A un año de la implementación del plan del Peluca podemos decir que los resultados fueron exitosos. La inflación bajó de manera rápida, la brecha cambiaria se mantuvo acotada, el crédito creció, los salarios reales comenzaron a recuperarse y la actividad económica repuntó. Al mismo tiempo, el Banco Central compró más de US$ 23 mil millones, aunque las reservas no subieron debido a los pagos de deuda.

El gobierno sorprendió al anunciar una baja temporal de las retenciones al sector agropecuario y su eliminación para las economías regionales, aprovechando el excelente resultado fiscal obtenido en 2024. Le medida se da en la antesala de la reunión entre Caputo y la mesa de enlace, donde los productores tenían previsto reclamar menos retenciones. La baja de impuestos se celebra, y es un primer paso importante hacia la eliminación de este impuesto distorsivo que viene asfixiando al sector más competitivo de la economía hace más de 20 años.

Los argentinos tenemos una tendencia a pensar en dólares, fruto de la inflación que nos castigó durante tantos años. Es casi natural cuando vamos a un restaurante o compramos una remera pasar los precios a dólares para ver si es caro o barato. Y no hay duda de que cuando miramos nuestros ahorros y tomamos decisiones de inversión las pensamos en dólares. En otras palabras, Argentina ya es una economía bimonetaria independientemente del marco jurídico.

Uno de los grandes éxitos del programa económico ha sido la fenomenal reducción del riesgo país. Bajó de unos 2,000 puntos cuando asumió Milei a niveles de 580 puntos en estos días. Esta mejora no ha sido acompañada en la misma dimensión por mejoras en las calificaciones crediticias que siguen en CCC para las tres grandes calificadores, pero seguramente van a ir mejorando a medida que Argentina mejore su “fundamentals” financieros.

El año comienza con muchas esperanzas y algunos desafíos. El 2024 dejó logros importantes, como la impresionante mejora en las cuentas fiscales, o la baja de la inflación y de la brecha cambiaria. Al mismo tiempo, la economía empieza a mostrar un sendero de recuperación y, luego de un deterioro inicial, comenzaron a mejorar los salarios reales y los niveles de pobreza.

Se va el 2024 y en Econviews queríamos terminar haciendo un resumen de lo mejor y lo peor del año. Sin dudas fue un año que vamos a recordar y dentro de un tiempo lo podremos poner en contexto histórico. Por lo pronto, esta lista es una contribución para que cada uno vaya sacando sus propias conclusiones antes de las fiestas.

En el discurso para evaluar su primer año de gobierno Milei mostró satisfacción con los logros obtenidos, y fue hecho en un tono más calmo del que nos tiene acostumbrados, lo que es reconfortante. Quedó claro que el 2024 fue el año de la estabilización y de capear la crisis que dejó el gobierno anterior, y el 2025 tendrá que ser el año de consolidación y de crecimiento.

Hace un año en el país dominaba la incertidumbre y el temor a una crisis de grandes magnitudes. El primer objetivo de Milei fue capear la crisis, pero había preocupación en el mercado porque asumía un gobierno sin experiencia en funciones ejecutivas, con una marcada minoría en ambas cámaras del Congreso, sin gobernadores ni intendentes de su partido y con una situación social delicada y que ante una chispa podía explotar.

Se acerca fin de año y empiezan las preguntas sobre si Argentina tiene los fondos para hacer frente a los vencimientos de deuda del 2025. El número que ronda en el ambiente suena grande, unos 17,000 millones de necesidades financieras en dólares y 11% del PBI de la deuda en pesos. Sin embargo, cuando se miran en detalle el panorama luce mejor y a menos que aparezca un cisne negro, no debería haber problema en enfrentar los pagos y cumplir el programa financiero del año que viene. Tal vez esto explica por qué el riesgo país bajó en estos días a 750 puntos con pronóstico positivo, cuando en julio estuvo en 1,500 puntos.

El encuentro entre Milei y Trump impactó por haber sido apenas una semana después de las elecciones, y porque fue el primer mandatario en reunirse con el presidente electo desde entonces. La reunión se enmarcó en un contexto donde al gobierno le viene saliendo todo bien. El equilibrio fiscal se consolida como innegociable, la inflación viene bajando más rápido de lo esperado, el riesgo país ya perforó los 800 puntos y Milei sigue manteniendo un alto nivel de apoyo. En el medio, la actividad económica empezó a pegar la vuelta y, aunque de manera lenta los salarios siguen recuperando.
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Una prueba de fuego para Milei: el conflicto con Aerolíneas y el legado de Thatcher y Reagan

El conflicto entre el gobierno de Milei y Aerolíneas Argentinas e Intercargo no es solo un choque con un sector sindicalizado o parte del plan de ajuste del gasto; es una batalla crucial para ver si se logra un cambio de régimen, un momento bisagra para poder avanzar con otras reformas estructurales. Si bien el programa macroeconómico es central para frenar la inflación y la estabilidad, la desregulación y las reformas estructurales son cruciales para lograr un crecimiento sostenido.

El gobierno está en una racha ganadora tanto en lo que hace al riesgo país, a la brecha cambiaria y a la inflación. No hay duda de que el plan ha ganado credibilidad con el correr del tiempo y que la inflación ha venido bajando más rápido de lo que muchos esperábamos. Dado este contexto, en alguna medida era esperable que el Banco Central mantenga lo que hasta ahora es una estrategia ganadora. Es decir, que ante la baja de la inflación que se espera para octubre (para muchos puede estar por debajo del 3%) insistiera con otra baja de tasas de interés. Eso es lo que finalmente pasó con el anuncio de un recorte de cinco puntos porcentuales al 35% nominal anual.
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Los bonos argentinos están de fiesta y el riesgo país perforó los 1,000 puntos

El riesgo país bajó a 967 puntos. Es el nivel más bajo desde antes de las PASO 2019. A principios de año habíamos proyectado que podía llegar a 800 puntos en diciembre, y si la mano sigue así es posible que la peguemos. Nuestro optimismo, en ese momento y ahora, se basa en que la deuda neta argentina es del 36% del PBI, un monto que no es elevado, especialmente cuando uno lo compara con Brasil (que es 60% del PBI) o con Uruguay (52%) o Colombia (45%), todos países con niveles de riesgo país que están por debajo de los 400 puntos.

Esta semana se hicieron las Jornadas Monetarias y Financieras del BCRA, y después de escuchar a funcionarios, economistas y hasta al propio Milei, quedó la sensación en el ambiente de que no hay apuro en salir del cepo, aunque pueden flexibilizar algunas regulaciones para favorecer las importaciones.

El gobierno se anotó una buena victoria contra un rival difícil, la inercia inflacionaria, pero el campeonato es largo y el campeón todavía no está definido. El IPC nacional arrojó un aumento de 3.47% en septiembre y se ubicó en línea con nuestras estimaciones y las del mercado. Fue la inflación más baja desde noviembre 2021. La baja del impuesto PAIS y el comportamiento de alimentos y bebidas fueron claves para romper la barrera del 4%. La mejor noticia llegó por el lado de la inflación núcleo, que se desaceleró bruscamente al 3.26% desde el 4.12% de agosto. Para octubre, proyectamos que la inflación se mantendrá en torno al 3.5%.

El lunes, Milei sorprendió al mostrar sus primeros signos de comprensión de la realpolitik. En su entrevista con la famosa “diva de los teléfonos”, el presidente cambió su discurso sobre China: “Me sorprendí muy gratamente. Es un socio comercial muy interesante porque no exigen nada, solo piden que no los molesten”. Además, confirmó que viajará a China en enero para la cumbre de la CELAC. ¿Inesperado? Totalmente, especialmente si recordamos que, hace apenas unos meses, Milei y sus funcionarios no paraban de criticar al gigante asiático y juraban que no harían negocios con “comunistas”.

Los números de pobreza e indigencia son vergonzantes, pero no fueron sorpresivos. Hace meses que se estimaba que la pobreza en el primer semestre andaría cerca del 50% y fue 52.9%. La indigencia llegó al 18.1%, marcando que un 34% de los pobres además tienen problemas para alimentarse, de eso se trata la indigencia o pobreza extrema. Peor aún, el 66% de los menores de 17 años son pobres. En el conurbano la pobreza rozó el 60%.

Con ocho meses seguidos de superávit primario, en los cuales siete de ellos hubo superávit financiero, ya no quedan elementos para dudar del compromiso con el equilibrio fiscal del gobierno de Javier Milei. Al final del año Milei habrá cortado alrededor de 4 puntos del PBI. En los primeros 8 meses el superávit primario acumulado es de 1.6% del PBI y a esta altura del año pasado había un déficit de 1.2%. Es decir, una mejora de 2.8 puntos ya está en la bolsa.

El presidente Javier Milei tuvo buenas y malas en el Congreso esta semana. Consiguió la coalición que sostenga el veto sobre la fórmula previsional, pero perdió en el tema del DNU de inteligencia y los fondos de educación. En cierta medida se puede decir que la semana arrojó más luces que sombras. Haber conseguido una coalición para parar ideas disruptivas desde el punto de vista fiscal es quizás lo más que puede pedir a esta altura. Quizás con un buen resultado en las elecciones de medio término se pueda avanzar en los procesos de reforma impositiva o previsional que de todas maneras por ahora no están en agenda.

El equipo económico debe estar eufórico. La brecha cambiaria tocó su menor valor desde mayo con un coeficiente del 32% habiendo superado el 50% en muchos momentos de julio pasado. Se puede interpretar como un símbolo de confianza, con bonos y acciones que aguantaron bastante bien una mala semana para los mercados internacionales. Puede haber algo del efecto blanqueo, puede ser también que haya habido algo de intervención por parte del Banco Central, pero la verdad es que no lo sabemos. Por el lado del blanqueo está claro que está teniendo un efecto en los depósitos en dólares que si bien no mejoran las reservas netas proveen liquidez al Banco Central. Desde el 31 de julio los depósitos en dólares crecen más de US$ 1,000 millones. Eso incentiva más a los bancos a prestar dólares y esos dólares se liquidan en el MULC mejorando, más no sea temporariamente, la situación de reservas del Banco Central.