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Llegó el programa con el FMI y con ello el nuevo esquema de bandas cambiarias. El acceso al mercado de cambios fue normalizado para individuos. Para las empresas se avanzó en la regularización de los pagos de importaciones y también se permitirá pagar dividendos que surjan de utilidades generadas a partir de este año, mientras que se mantiene el cepo para stocks, atesoramiento y la restricción cruzada.

Sigue la volatilidad. Después de unas semanas tranquilas donde el tipo de cambio osciló en torno a 1,180, ayer bajó fuertemente. Los futuros se movieron en la misma línea. No creemos que el dólar vaya al piso de la banda, aunque en los próximos meses deberían dominar los flujos de oferta de dólares por la cosecha y mantenerse tranquilo. Estimamos que en la zona cercana a 1,100 debería aparecer la demanda.

The negotiations with the IMF took longer than most people anticipated. Argentina wanted a USD 25 billion program while the IMF probably had in mind half of that amount. There were also discussions about the size of the upfront disbursement, as Argentina was requesting more dollars than the IMF was willing to provide. At the same time, the IMF was asking for more flexibility in the exchange rate regime, an issue that was raised in previous reviews, while Argentina wanted to avoid a step devaluation because it could put pressure on prices. One could summarize the discussions as more money in exchange for more flexibility in the exchange rate regime.

No hay una segunda oportunidad para causar una buena primera impresión. Tras la implementación del nuevo esquema de bandas, el objetivo principal del Gobierno fue evitar un overshooting del tipo de cambio y, con ello, alimentar la narrativa de que no hubo un salto cambiario y que, por lo tanto, los precios no debían ajustarse.

La política monetaria del nuevo programa muestra un cambio hacia un esquema más convencional. Se fijan objetivos para los agregados monetarios tradicionales, como la base monetaria tradicional o el M2, en lugar de poner un tope a la base monetaria amplia, otro invento argentino que no aparece en ningún libro de texto. También se dejó atrás el rígido crawling peg del 1% mensual, que estaba destinado a perpetuar un preocupante atraso cambiario, y se adoptó una banda cambiaria con la idea de que el tipo de cambio flote entre el piso de 1,000 y el techo de 1,400 pesos. Pero, como es típico en Argentina, el nuevo régimen trajo varias sorpresas, y en muchos casos el principal sorprendido fue el FMI.

Objetivo de pass-through cero. Tras el anuncio del nuevo esquema de bandas, el objetivo principal del Gobierno fue evitar un overshooting y minimizar el traslado a precios. Para presionar el tipo de cambio a la baja anunciaron la vuelta del carry trade para extranjeros (con 6 meses de permanencia, aunque pueden salir por CCL), dijeron que solo iban a comprar reservas en el piso de la banda, y presionaron al campo para que liquidara antes de que suban de nuevo las retenciones. También salieron con los tapones de punta contra empresas que mandaron listas con aumentos, arengando a no convalidar subas. Por ahora, el objetivo se viene cumpliendo: tras el salto inicial, el tipo de cambio retrocedió y muchas empresas dieron marcha atrás con los aumentos. En este contexto, esperamos que la inflación de abril se ubique más cerca del 3.7% registrado en marzo que del 5%, aunque hay arrastre de los últimos días de ese mes.

Los primeros días sin cepo fueron, sin dudas, un éxito para el Gobierno. El mercado reaccionó de forma muy positiva a los anuncios: lejos de irse al techo de la banda, el tipo de cambio se ubicó más cerca del piso. El Merval arrancó con fuerza, luego cedió algo de terreno, pero los bonos se mantuvieron firmes y el riesgo país se acercó a los 700 puntos. La brecha cambiaria se desplomó.

El ICF cayó 19 puntos en marzo y quedó en 52 unidades. Ya perdió 46 puntos en tres meses de 2025. Tanto las variables locales como internacionales empeoraron el mes pasado, con la incertidumbre por el acuerdo con el FMI y las políticas comerciales de Trump como problemas centrales. La medición no incluyó el crash financiero del 3 y 4 de abril, por lo que esperamos que el ICF mantenga la tendencia a la baja este mes.

Volátil e impredecible. Ahora parece que la suba de aranceles se posterga por 90 días, lo que trajo algo de alivio a los mercados. Mientras tanto, las tarifas quedan en 10% para todos los países, excepto para China, que suben al 125%. En este baile, Argentina sigue el ritmo del mundo. El riesgo país, que venía aumentando en línea con otros emergentes de alto riesgo y había superado los 1,000 puntos cayó después de los anuncios de Trump. Las acciones argentinas también venían muy castigadas —en especial las energéticas, por la fuerte caída del precio del petróleo—, y recuperaron algo tras la postergación de los aranceles. Por primera vez, se ve a Trump retroceder en una postura que hasta ahora había sido tajante. De todos modos, da la sensación de que esta saga aún tiene muchos capítulos por delante, y China no parece dispuesta a ceder.

El futuro de la política cambiaria tomó el centro de la discusión económica local. Los avances en las negociaciones por un nuevo acuerdo con el FMI sumados a los errores de comunicación en el equipo económico pusieron en duda la continuidad del crawling peg. Eso derivó en la mayor racha vendedora del BCRA en lo que va de la gestión Milei y en una suba de los tipos de cambio de mercado.

Otra semana complicada para el Gobierno. Por si no teníamos suficiente con Argentina, se complicó el contexto mundial. La vuelta del “peluca americano” pasó de ser un notición a un dolor de cabeza. No solo por los efectos de la política arancelaria, sino también porque las expectativas de una fuerte recesión hicieron caer las bolsas en el mundo, y la suba del riesgo país nos aleja de poder emitir bonos por un tiempo. A esto se suma que sigue la incertidumbre del programa con el FMI y el futuro del dólar (o del pobre peso) y el rechazo a los pliegos de Lijo y García Mansilla a la Corte Suprema, otro revés para Milei.

The government is losing momentum, and it now appears unlikely to have a smooth path to the October elections. After a first year in which everything went according to plan on the economic and political fronts, the outlook is gloomier due to some unforced errors and deteriorating financial conditions.

Algunas definiciones y otras incertidumbres. Sigue la saga del programa con el FMI en el que hay una clara pulseada. El gobierno lucha por conseguir la mayor cantidad de fondos sin moverse un centímetro de su política cambiaria, mientras el FMI quiere canjear plata por más flexibilidad. Un partido con final abierto y con dos escenarios claros; uno con el siga siga y otro con salto cambiario. Argentina ya habría conseguido unos US$ 8,000 millones al contado y el resto en cuotas, pero quiere más. Al FMI le gustaría una flotación y unificación del tipo de cambio, pero no se sabe si tiene la fuerza para imponerlo. La decisión final seguramente va a ser política y mucho dependerá de cuánto se juegue Trump para apoyar a Milei. Las partes tienen presión para llegar a un acuerdo rápido porque las reservas están cerca de un piso y los mercados nerviosos.

El gobierno se fue metiendo solo en una encrucijada que ahora parece difícil de resolver. La estrategia fue diametralmente distinta a la de Macri. Rápido en lo fiscal, pero paciencia infinita para salir del cepo. Sin embargo, el problema cambiario nunca dejó de estar ahí, y el manejo de las expectativas y los tiempos para resolverlo se volvió crucial.

Un acuerdo que no puede esperar. El mercado ya da por sentado que el tipo de cambio ganará más flexibilidad y que la brecha cambiaría va un escalón más arriba. Pero los efectos inmediatos no son menores: el Banco Central sigue perdiendo reservas y la presión cambiaria no cede. En el Gobierno, ya no están tan convencidos de que faltan pesos, y la preocupación por el frente cambiario es generalizada. En este contexto, cerrar un acuerdo se vuelve urgente para despejar incertidumbres sobre el esquema cambiario. Cuanto más se demore, más se puede complicar la situación… y todavía falta mucho para las elecciones.

El ICF cayó casi 18 puntos en febrero -ya había bajado 8 en enero- y quedó en 73 unidades. La merma fue mayormente producto de las condiciones locales; el crash mundial de las últimas semanas se verá en el índice de marzo. El gobierno enfrenta una pérdida de confianza, que se ve en la suba del riesgo país y la caída del Merval y los depósitos en dólares. No hay una explicación única, pero se puede apuntar a las sospechas de corrupción en el escándalo $LIBRA, la demora en llegar a un acuerdo con el FMI y el atraso cambiario. En cambio, variables macro financieras como la inflación o las tasas de interés siguen mejorando, si bien a menor ritmo. A esto se suma un mundo más complejo desde la llegada a la presidencia de EEUU de Donald Trump, que está sacudiendo las bolsas internacionales con sus amenazas de aranceles.

El “peluca” original volvió con todo. Apenas dos meses después de tomar el mando, ya logró enloquecer al mercado. Según sus propias palabras, su objetivo es “reconstruir el país”, dejar atrás el déficit comercial, incentivar la producción y priorizar el trabajo local. Pero sus idas y vueltas—sobre todo en lo referido los aranceles—han sido tan fuertes y repetidas que el mercado entró en pánico y se paralizó. También hay preocupación por la institucionalidad: Trump está ignorando los fallos contrarios de la Justicia en áreas sensibles como la ley migratoria o la eliminación de agencias autónomas. ¿Y sí avanza sobre la autoridad de la Reserva Federal, algo con lo que amenazó varias veces en su primer gobierno?

Y un día… volvió la turbulencia. Las demoras en cerrar el acuerdo con el FMI y los rumores sobre una mayor flexibilidad cambiaria, junto con una posible relajación del cepo, despertaron a los dólares paralelos, impulsaron las tasas de interés de corto plazo y elevaron el riesgo país. La esperanza es que el acuerdo con el FMI venga acompañado de una inyección significativa de fondos para calmar a los mercados. Sin embargo, el Fondo parece exigir más flexibilidad cambiaria a cambio de más dinero, mientras que el gobierno busca los fondos sin alterar demasiado el tipo de cambio, lo que ha trabado las negociaciones.

Salió el decreto. Milei firmó el decreto que autoriza un nuevo acuerdo con el FMI. No hay demasiados detalles, pero se confirma que será un acuerdo de facilidades extendidas a 10 años, con 4.5 años de gracia para el pago de capital. Los fondos irán al pago de Letras Intransferibles del Tesoro al Banco Central y a cancelar los vencimientos del programa de 2022 de los próximos cuatro años (unos US$ 14,000 millones). Estimamos que el monto total del acuerdo podría ser de alrededor de US$ 20,000 millones, lo que implicaría fondos frescos por US$ 6,000 millones.
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Some hurdles on the way to the election: From Libra to higher country risk

Until now Milei’s image appeared to be bulletproof. Though recently, some of his statements generated criticisms that affected his image. It all started with an unfortunate dissertation in Davos, where he was aggressive with minorities. However, the biggest controversy came from a tweet in which he promoted the token Libra. The price of Libra skyrocketed almost immediately following his tweet, only to collapse a few hours later. In the process, the creators of Libra and some of the early buyers made around 100 million dollars. Although there is no evidence yet that Milei benefited from this maneuver, the fact that he publicized or supported the crypto generated noise around the world and has tainted his image.

El gobierno quiere pasar las elecciones sin sobresaltos en materia cambiaria y además busca seguir bajando la inflación. Bajo esta premisa, esperamos que la unificación cambiaria se dé recién en noviembre. Este no sería un evento disruptivo ya que la brecha, si bien crece con respecto a los valores actuales, no se descontrola. El dólar blend se mantiene un tiempo más y esa oferta en el CCL compensa pagos de importaciones por esa vía, así como también giros de utilidades que no pueden hacerse a través del mercado oficial y demanda por turismo. El Banco Central acumula reservas gracias a la cuenta financiera. El riesgo país cae todavía algo más una vez que se firme el acuerdo con el FMI.

Volatilidad en ascenso. En el plano internacional, siguen las idas y vueltas sobre la política comercial de Trump. En un déjà vu de 2018, la guerra comercial vuelve a escalar: Trump sube aranceles y China y Canadá anuncian represalias. Además, empiezan a aparecer signos de enfriamiento en la economía estadounidense y algunas presiones inflacionarias. El índice VIX, que mide la volatilidad del mercado, subió un 40% en el último mes, mientras que los commodities cotizan a la baja. Lo que más nos preocupa: un posible flight to quality y una mayor caída en los precios de la soja y el petróleo. La experiencia de 2018 muestra que, aunque puede haber desvío de comercio, los precios locales tienden a seguir la tendencia internacional. En Econviews esperamos que la volatilidad persista y que los commodities se mantengan en niveles más bajos en 2025.

Las últimas semanas fueron un verdadero dolor de cabeza para el gobierno. El Merval viene por el tobogán acumulando una caída de más del 20% en dólares en lo que va del año, y el riesgo país pegó un salto de más de 200 puntos hasta 780. La brecha, que hasta hace unos meses se desplomaba como un piano, ahora necesita intervención oficial para no superar el 15%. La buena noticia es que, a pesar del deterioro en las variables financieras —todavía no alarmante— la economía sigue en modo recuperación y la inflación sigue bajando, más allá de cierta resistencia que podría mostrar en febrero y marzo.

La recuperación sigue sorprendiendo. En diciembre, la actividad creció 0.5%, confirmando que el repunte sigue con fuerza. También se corrigieron los datos anteriores: enero y febrero, que parecían flojos, ahora aparecen con signo positivo. Con esta nueva foto, la economía habría caído 1.8% en 2024, pero la remontada de 6.8% entre abril y diciembre deja un arrastre estadístico de 3.2% para 2025. Con este envión, esperamos un crecimiento de 5.5% para todo el año.

¿Qué nos queda del LibraGate? Después del paso en falso de Milei con la promoción del token Libra, vivimos una montaña rusa política y financiera. Acá nuestra mirada sobre el asunto:
o Las primeras encuestas muestran que la imagen positiva de Milei no ha caído y se mantiene alrededor del 50%, pero la negativa ha aumentado y la regular disminuido.
o Hay muy baja probabilidad de impeachment. Hay ruido, pero no volumen, especialmente con el Pro y el radicalismo evitando prender la mecha de la inestabilidad.
o Los mercados miran más allá del escándalo. El episodio sacudió temporalmente el humor financiero, pero los pilares de fondo –superávit fiscal, desinflación y brecha controlada– siguen marcando el ritmo. Sin embargo, aumentó leventemente el riesgo país.

Esta vez, el debate lo instaló el gobierno. Milei salió a defender que no hay atraso cambiario en un artículo en La Nación, mientras desde el oficialismo apuntaron contra voces disonantes como la de Domingo Cavallo, quien afirmó que existe un atraso del 20%, o el CEDES, un centro de investigación prestigioso pero con una visión económica diferente.