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Finalmente llegamos a las elecciones. El gobierno logró su cometido de mantener al dólar dentro de la banda, aunque el tipo de cambio se mantuvo pegado al techo. Para conseguirlo, tuvo que sudar la gota gorda y recurrir a la ayuda del Tesoro de Estados Unidos, que vendió una cantidad importante de dólares. Sin embargo, ese apoyo no alcanzó para revertir la suba del riesgo país, que ronda los 1,100 puntos, ni para reinstalar la confianza en el programa económico.
Sensaciones en la previa de las elecciones. La economía llega a las elecciones con incertidumbre y el antecedente de lo que pasó en la Provincia de Buenos Aires. Sin embargo, el pesimismo parece haberse moderado en los últimos días, a medida que el mercado fue internalizando dos cuestiones. Primero, que, salvo una catástrofe electoral, las encuestas indican que LLA + PRO deberían alcanzar al menos un tercio de las bancas en Diputados, un objetivo mínimo para contener los embates de la oposición. En segundo lugar, que el programa económico posterior a las elecciones contaría con un apoyo sin precedentes de Estados Unidos. De todos modos, el mercado y los privados prefieren llegar cubiertos y superdolarizados al domingo. El recuerdo de las PASO 2019 y septiembre 2025 todavía está fresco. Pero también influye la pérdida de confianza en el programa, la debilidad del esquema cambiario y monetario, y la expectativa de que haya cambios en este frente.
La economía sigue en estado de turbulencia mientras el país se prepara para las elecciones legislativas. Si bien la inflación continúa bajo control y nadie duda de que el equilibrio fiscal se mantendrá, persisten las preocupaciones por el tipo de cambio, el estancamiento del mercado interno, la falta de control del Banco Central sobre el nivel y la volatilidad de las tasas de interés (que alcanzaron niveles absurdos) y un riesgo país que sigue por las nubes.
El mercado, al vaivén de los anuncios. El Tesoro de Estados Unidos viene redoblando la apuesta para “rescatar” a la Argentina, haciendo movimientos que hasta ahora ningún gobierno americano había hecho en la Argentina. El jueves pasado vendió dólares para sostener el tipo de cambio y ayer volvió a intervenir, colocándose en pesos. También anunció un swap de monedas por 20,000 millones de dólares y que el sector privado estaba armando un paquete por un monto similar, lo que (de concretarse) implicaría un programa de ayuda nunca visto. El impacto inicial fue una fuerte baja del riesgo país. Pero las dudas regresaron el martes, cuando Trump declaró (en la reunión bilateral en la que se esperaban más detalles del apoyo estadounidense) que la ayuda estaba condicionada a que Milei gane las elecciones, lo que generó confusión y un nuevo derrumbe en los mercados.
Cuando todo parecía deteriorarse sin freno, volvió a aparecer el “rescate” americano. Hasta ayer a la tarde, el Tesoro venía perdiendo dólares a un ritmo preocupante: vendió casi todo lo que había comprado a fines de septiembre para contener al dólar, y el Central se preparaba para salir a la cancha. Pero bastó con que circulara el rumor de que el acuerdo con el Tesoro de Estados Unidos estaba cerrado para que los bonos, las acciones y el dólar respiraran.
Las elecciones de la provincia de Buenos Aires fueron un golpe duro para el gobierno sobre el que se suman los problemas políticos internos y la incertidumbre económica. Asumimos que el resultado de las elecciones nacionales es más parejo y el mercado no lo percibe ni como muy bueno ni como muy malo.
El Gobierno entró en modo supervivencia y tomando algunos riesgos que pueden hipotecar el futuro. El salvataje de Trump creó las condiciones para acumular dólares, especialmente porque fue acompañado por la eliminación temporaria de retenciones al campo. Lo cierto es que el campo cumplió y se liquidaron 6,300 millones de dólares, pero sólo unos 2,300 millones entraron en las reservas. El resto fue utilizado para bajar el tipo de cambio. Seguramente no era el plan del FMI ni del Tesoro norteamericano y deja dudas sobre cuántos dólares quedarán para liquidarse en lo que queda del año.
El shock de confianza duró poco. El respaldo de Estados Unidos fue contundente, pero los anuncios resultaron difusos: se mencionaron múltiples mecanismos sin definiciones concretas y sin aclarar si la ayuda dependía o no del resultado electoral. Al mismo tiempo, se agotó el ingreso extraordinario de divisas por la baja temporal de retenciones. De los USD 6,300 millones liquidados, el Tesoro apenas compró alrededor de USD 2,300 millones, lo que dejó un sabor a poco. Todo indica que las tensiones financieras irán en aumento.
Después de la tormenta llegó el alivio con la ayuda de Estados Unidos y del campo. Una vez más, el Gobierno encontró un as bajo la manga para evitar lo que pudo ser el inicio de una crisis. La ventana de oportunidad está abierta. La pregunta es si esta vez el Gobierno sabrá aprovecharla. ¡Comprá campeón!
Estados Unidos y el campo traen dólares y alivio. Finalmente llegó el alivio financiero con dos noticias clave: el fuerte respaldo de Estados Unidos al gobierno de Milei y la baja temporal de retenciones al agro. Estos anuncios descomprimieron el tipo de cambio, hicieron caer con fuerza el riesgo país y evitaron lo que podría haber sido el inicio de una crisis. El gobierno llega más aliviado a las elecciones, aunque la volatilidad seguirá presente. Se abre así una oportunidad para recalibrar el programa: acumular reservas, pasar a un tipo de cambio más flexible y competitivo, y mejorar el esquema monetario. De no avanzar en esa dirección, el gobierno solo habrá pateado el problema hacia adelante.
El escenario económico se deterioró exponencialmente en los últimos días. La mala elección en la Provincia de Buenos Aires dejó al desnudo las principales fragilidades del programa de Milei: la política y las reservas. Mientras tanto, el Gobierno insiste en que el problema proviene únicamente del “riesgo kuka” y se quedó sin reacción. La situación empieza a tornarse crítica y, ante la ausencia de golpes de efecto, algo habrá que cambiar.
Un presupuesto demasiado optimista, pero con metas cumplibles. El lunes el gobierno envió la ley de leyes al Congreso, proyectando un superávit primario de 1.2% del PBI y equilibrio fiscal. Entre los supuestos macro para el año que viene están un crecimiento de 5%, inflación del 10% o un dólar a 1,423 en diciembre de 2026, muy lejos del consenso del mercado o el REM. También anunció un aumento de 5% real para los jubilados, aunque no explicó cómo. En nuestra opinión, los números de recaudación son exagerados y el uso de letras capitalizables esconde el costo real de las tasas positivas en el resultado financiero, pero aún con estos matices, no debería peligrar el superávit primario en 2026. Sí es posible que, ajustando por los intereses, haya un leve déficit financiero, pero hoy el ojo del mercado no está puesto en las cuentas públicas. Los vetos rechazados por el Congreso dan una señal política, pero no mueven demasiado la aguja del gasto.
La elección del domingo en la provincia de Buenos Aires cambió todo. Las acciones se desplomaron, especialmente las de los bancos que cayeron hasta un 25% y el riesgo país pasó los 1,100 puntos básicos, alejando cualquier posibilidad de acceder al mercado en los próximos meses. La buena noticia fue que el dólar no se disparó. Inicialmente se depreció un 4%, aunque con el correr de los días fue subiendo para terminar la semana en AR$ 1,447, a solo 1.3% del techo de la banda de AR$ 1,467. Ya no todo marcha de acuerdo al plan.
Las elecciones de la provincia de Buenos Aires le dieron un duro golpe al gobierno. Los activos sufrieron fuertes caídas y el tipo de cambio volvió a subir. Si bien el Kirchnerismo se hace fuerte en PBA, la diferencia tan abultada en los resultados da indicios de cierto descontento con el rumbo de las políticas actuales. También puede leerse como una señal de que el Kirchnerismo aun es competitivo.
Estamos a 48 horas de las elecciones en la provincia de Buenos Aires. Esta elección en gran medida va a estar determinada por los apoyos a intendentes y gobiernos locales pero muchos, incorrectamente, la asimilan a una PASO a nivel nacional. Los que hacen eso cometen un error, ya que no toman en cuenta el poder territorial de los intendentes, que seguramente va a pesar más que la confrontación nacional entre el Kirchnerismo y La Libertad Avanza. Además, es muy difícil prever el nivel de ausentismo que va a haber en estas elecciones, el cuál probablemente sea muy diferente al de las nacionales de octubre.
Traspié electoral para el gobierno. El oficialismo sufrió una dura derrota en las elecciones de la provincia de Buenos Aires, donde perdió por 13 puntos. No parece que este resultado sea un predictor de lo que ocurra en octubre porque era una elección local en una provincia donde el peronismo es fuerte. Pero el mensaje es contundente: parte de la población no está conforme con el rumbo económico y político del gobierno y siente la pérdida de poder adquisitivo. Además, el audiogate sin duda afectó el porcentaje de ausentismo, lo que terminó perjudicando a LLA.
El Tesoro saca toda la artillería para frenar el dólar. El Tesoro anunció que va a utilizar sus dólares para intervenir en el mercado de cambios. El anuncio tomó al mercado por sorpresa e indica que está dispuesto a utilizar todas las balas que tiene a disposición. El argumento de que el objetivo es “contribuir a la liquidez y al normal funcionamiento del mercado” no es muy convincente y parece la nueva excusa para intervenir. Habrá que ver si con el nuevo poder de fuego (unos 1,700 millones de dólares) convence al mercado de que el tipo de cambio se va a mantener estable hasta las elecciones o si, por el contrario, la lectura es que el gobierno no le encuentra la vuelta para controlarlo, y termina teniendo un efecto boomerang.
La Argentina entró de lleno en modo electoral y, como suele ocurrir, la política empezó a condicionar la economía. Pero no todo es política: el gobierno de Milei enfrenta un combo más amplio, que incluye un escándalo de corrupción en su círculo íntimo, derrotas en el Congreso y errores no forzados de política económica. Todo esto se da en un contexto de presión cambiaria creciente, tasas de interés altísimas y una recuperación que empieza a perder fuerza.
We are now in election mode, and the campaign is heating up. The government is under scrutiny about a corruption scandal that involves close advisors to Karina Milei (namely “Lule” Menem). It is also under pressure in Congress as it lost crucial votes that reversed executive orders while Milei’s veto to stop increases in expenditures for persons with disabilities was turned down. To make things worse, there has been more pressure on the exchange rate despite a drastic increase in interest rates and a deterioration in the country risk that complicates access to external financing.
Inestabilidad política en aumento. Al ruido en el congreso, donde el gobierno acumula una serie de derrotas legislativas en los últimos meses (al contrario de lo que ocurría el año pasado) y donde se lo ve cada vez más aislado, se sumó el escándalo de corrupción que involucraría a funcionarios cercanos a Karina Milei. No creemos que tenga demasiado impacto en términos de votos, pero sí hubo un cambio en el humor del mercado que podría terminar afectando otras variables. En apenas 10 días se celebran las elecciones en la Provincia de Buenos Aires, que el mercado leerá como una suerte de “mini-PASO”. Esperamos una marcada volatilidad.
Pasó otra semana picante en Argentina. Quedan dos meses para las elecciones generales, y apenas dos semanas para las de la provincia de Buenos Aires. Todo indica que, hasta entonces, el ruido y la volatilidad seguirán siendo protagonistas. La política está jugando su partido, pero desde el lado económico también se embarró la cancha.
Caos en la política monetaria. A esta altura no quedan dudas de que el esquema posterior al fin de las Lefis no está funcionando. Las idas y vueltas con los encajes, las licitaciones sorpresa y las intervenciones ad hoc en el mercado de pesos no hacen más que erosionar la credibilidad del programa y sumar volatilidad. Seguimos convencidos de que la mejor salida sería implementar un corredor de pases que devuelva estabilidad al mercado, pero el Gobierno insiste en soluciones alternativas que no terminan de resolver el problema. La volatilidad, por ahora, se mantiene.
La economía argentina está logrando desinflar, pero ahora a fuerza de un apretón monetario que no se sabe cuánto tiempo podrá sostenerse. Esta semana volvió a quedar en evidencia el manejo errático y poco claro de la política monetaria. En teoría, el Banco Central se guía por una meta trimestral de agregados monetarios (M2 privado transaccional). En la práctica, el manejo es discrecional, con el único objetivo de que no se muevan ni el dólar ni la inflación.
Un poco de pax cambiaria. Después de subir abruptamente la semana pasada, el tipo de cambio se estabilizó en un nuevo nivel cerca de los 1,340 pesos. Lo que preocupó no fue el nivel que alcanzó, sino la velocidad de la suba. De hecho, en buena parte de julio había escalado casi 9% de manera gradual, sin impacto relevante en precios ni en los bonos hard dollar. Desde nuestra perspectiva, este nuevo nivel luce más razonable para una economía como la argentina, y debería mantenerse calmado en el corto plazo.
Todos dicen que después de las elecciones van a venir las “reformas estructurales”. Lo repite el Gobierno, lo espera el mercado, lo reclama el Fondo. Pero si uno pregunta qué medidas concretas se están pensando, las respuestas son vagas, genéricas. Pareciera que hay más avances en la reforma tributaria, bastantes ideas sobre la reforma previsional y muy poca claridad respecto de la laboral.
El programa con el FMI y el nuevo esquema de bandas cambiarias llevan casi tres meses desde su implementación sin grandes sobresaltos, aunque sí con mayor volatilidad en el tipo de cambio y las tasas de interés. El BCRA empezó a intervenir en el mercado de futuros y el Tesoro ahora hace compras en el mercado spot. Después de la suba de julio creemos que agosto va a ser un mes más tranquilo en materia cambiaria.
Pasó, quizás, una de las semanas más complicadas para el Gobierno. El tipo de cambio volvió al centro de la escena con una suba abrupta, y mostró que la idea de que el dólar se iba a deslizar hacia el piso de la banda era una mera ilusión. Si bien el nivel alcanzado no es alarmante, el salto generó nerviosismo porque se dio de golpe, a contramano de lo que venía ocurriendo durante el mes, cuando el dólar había subido casi 9% de forma más gradual. De cualquier manera, la situación no está descontrolada y debería estabilizarse rápidamente en el nuevo nivel.
The electoral process is starting to affect the overall political and economic climate. Nothing major yet just some mild turbulence, as the opposition begins to take advantage of the situation to negotiate financial resources for the provinces. Congress has been the sounding board for this new dynamic, passing a law to increase pensions and other expenditures, while it is still discussing another law that would boost transfers to the provinces. The total cost of these measures is estimated to be around 1.3% of GDP.
Sigue la presión cambiaria. Pese a las tasas altas y la intervención en futuros, el dólar sigue subiendo. En julio pasó de la zona de $1,200 a $1,300, una suba del 9%. Es sintomática esta suba del dólar porque el gobierno está utilizando tasas de interés de corto plazo elevadas e intervención en el mercado de futuros para contenerlo, pero por ahora no está dando resultados. La buena noticia: desde que el dólar flota, el tipo de cambio real mejoró cerca de un 20%.