Más rápido de lo que muchos economistas esperaban, el Gobierno va consolidando su objetivo de cerrar el año con déficit fiscal cero, mejora de las cuentas del Banco Central, y camino a la tasa de inflación de un dígito porcentual.
Adicionalmente, se observa que contrariamente a lo que era usual en la Argentina, tres variables claves como son las tasas de inflación, de interés y de devaluación mensual, están convergiendo a la cota inferior que marca el crawling peg del 2% que siguió al salto del tipo de cambio oficial en diciembre último, al decidir el Banco Central volver a reducir la tasa de referencia de política monetaria, y sostenerse la desaceleración del ritmo de alza del índice general de precios.
Incluso, en el costado real, pese a que las tasas de actividad productiva y comercial mantienen brutales caídas de dos dígitos porcentuales en comparación con un año antes cuando había otro gobierno y otra política económica, en el cotejo intermensual, por el contrario empiezan a observarse puntos de giro, a partir de la recuperación de los ingresos de los jubilados y pensionados, perceptores de asignaciones familiares y de planes asistenciales, e incluso de una parte no menor de los trabajadores en relación de dependencia.
Con ese escenario, Infobae entrevistó a Andrés Borenstein, economista y Master en Finanzas UTDT, economista para Sudamérica en el gobierno británico con base en Buenos Aires, y actualmente economista jefe de la consultora Econviews, para que analice esta particular coyuntura y sus expectativas para el resto del año.
— En pocos días se cumplirán los primeros 5 meses de Gobierno, y pese a giros notables respecto de las políticas de los 4 años previos ¿Cuál es su balance?
— El balance es positivo. Si tomamos datos concretos, diría que hay 5 cosas que salieron muy bien:
1. Superávit fiscal del primer trimestre con alta probabilidad de que se repita en abril;
2. El Banco Central recuperó casi USD 14.000 millones de reservas. Es cierto que es el espejo de la deuda comercial, pero antes tampoco se podía pagar importaciones y las reservas no crecían;
3. El mercado financiero y de capitales compró, tanto si miramos el Merval en dólares como el riesgo país, se ve que es creyente del plan de gobierno. Y al mercado se lo respeta porque no es un economista o dos hablando, es gente que toma decisiones con plata en serio;
4. La brecha cambiaria es de 20% / 25%. Es cierto que el blend ayuda y que las restricciones en el MEP y CCL son un tema, pero antes era 150% y ahora 25% o menos; y
5. Los datos de opinión pública son favorables pese a una recesión aguda. Esto es nuevo en la Argentina.
— ¿Al presidente Milei lo ve más preocupado por lo importante o por lo urgente, para ordenar la economía?
—No sé si lo pondría en esos términos. Es claro que tiene algunas prioridades y uno puede o no coincidir con esas prioridades. Pero lo urgente claramente se está atacando. Algunas de las cosas importantes, también o al menos uno ve la convicción. Es decir, las reformas estructurales son muy importantes y es claro que el gobierno las quiere. Quizás hasta ahora no pudo o no supo cómo impulsarlas, pero no hay dudas sobre la convicción.
— ¿Con los inocultables tremendos desequilibrios heredados, fue un error ocupare y preocuparse predominantemente por la macroeconomía, aun a costa de agravar la debilitada microeconomía?
— Sin macro, no hay micro. Con una macro inestable, hacer negocios de largo plazo es imposible. Obviamente en algunas circunstancias alguien puede decir: no necesitás ajustar tanto y dale más bola a la micro. Por ejemplo, en algún momento se va a plantear el tema del corte en la obra pública. La obra pública es necesaria. Lógicamente habrá que hacer una priorización de los proyectos y de los procesos dada la historia de los cuadernos y varios temas más.
— La inflación ha desacelerado desde el pico inicial de diciembre más rápido de lo que esperaba el Gobierno, y mucho más que las previsiones de los economistas, sin embargo no son pocos los que advierten fragilidad en ese proceso ¿Usted qué piensa?
— Yo soy del equipo que le tiene respeto a la inercia. Es decir que pienso que la inflación va a seguir bajando, pero que es difícil que baje mucho más rápido. No veo, por ejemplo, un 5% y pico en mayo. Hay todavía precios regulados que tienen que subir (y eso es importante en lo fiscal) y los salarios tienen que recuperar parte de lo que perdieron al menos. Eso le pone un piso a la inflación. Ojalá me equivoque y baje más rápido. Pero acomodar la política fiscal es re contra bueno. Pero suele ser una condición necesaria, pero no suficiente.
— Por tercer mes consecutivo, desde marzo, las jubilaciones y pensiones acumularán en mayo aumentos muy superiores a la tasa de inflación presente; los salarios en el sector privado comienzan con rezago a subir y las tasas de interés afirman un sendero bajista. A partir de ahí ¿Cabe esperar un punto de giro en la caída del consumo de las familias?
— Yo creo que ya tocamos fondo. Lo que está en discusión es la velocidad de recuperación. Hoy una V luce un tanto optimista. Pero una L es demasiado pesimista. Lógicamente con un tipo de cambio menos apreciado se podría crecer algo más rápido.
Pero el gobierno teme que depreciar nominalmente el peso más rápido, en línea con la inflación, le arruine el proceso de baja de la inflación. Creo que los números de mayo y junio serán mejores, pero es posible que hasta la primavera la calle no tenga una percepción de mejora, aunque el EMAE (PBI mensual muestre mejores números). Eso también pasará porque el PBI será mejor que el PBI urbano.
— En pleno ciclo estacional favorable de las exportaciones del agro no son pocos los economistas que levantan sus críticas contra la política cambiaria del Gobierno ¿Usted que piensa?
— Que entiendo por qué el Gobierno sigue al 2%, pero preferiría un tipo de cambio más competitivo, incluso si eso implica una desinflación algo más lenta. El Presidente tiene razón cuando dice que los economistas no sabemos cuál es el tipo de cambio real de equilibrio. Pero quizás sabemos a dónde no ir. Por ejemplo. Hoy no es necesario el tipo de cambio de junio de 2002 que puede equivaler a $1.800 de hoy. Pero quizás el de $880 tampoco esté bueno. Hoy eso no es grave, pero mirando hacia adelante puede serlo.
Y además, como decía antes, puede hacer que pierda fuerza la recuperación. Yo creo que políticamente hay que evitar un salto devaluatorio y entonces la solución intermedia es hacer un crawling de 5%-6% por mes. Mi impresión es que la inflación adicional sería poca, pero es un riesgo. Y hay que decir que es más fácil hablar cuando uno está afuera. Por eso entiendo al equipo económico.
Si las reformas estructurales fueran muy rápidas el tipo de cambio apreciado tiene todo el sentido. Pero fíjense que hoy esa apreciación no se da por un boom de inversión en Argentina o porque Wall Street se mudó a Buenos Aires. Digo que este tipo de cambio es compatible con cepo por más tiempo.
— El equipo económico ha logrado cerrar el primer trimestre con superávit fiscal total, pero aun así parte de la profesión alerta por la falta de sustentabilidad de ese proceso, sobre todo a partir de los aumentos de jubilaciones y prestaciones sociales, y jerarquización de sueldos de algunos funcionarios ¿Cuál es su lectura?
— Creo que acá sí lo urgente no deja tiempo para lo importante. Pero tengo la impresión de que la calidad del ajuste va mejorando. Si pasa la Ley Fiscal, volveremos a tener algo parecido a un Impuesto a las Ganancias razonable, por ejemplo. La cobertura de la tarifa eléctrica ya está en un 64%. Es decir, hay temas a mejorar sin dudas, pero me parece que es una prioridad y que la sostenibilidad va mejorando. En Econviews tenemos una estimación de superávit primario un poco más chica que el gobierno, pero estamos convencidos de que habrá superávit.
— En el frente externo, ¿Cree que ya están dadas las condiciones para levantar todas las restricciones cambiarias que heredó el Gobierno?
— Es algo que se puede hacer, pero acá sí el Gobierno elige privilegiar otras cosas. Por ejemplo, la baja de tasas de interés indica que salir del cepo no es la prioridad. Todos los gobiernos tienen que establecer prioridades. Mauricio Macri levantó el cepo y fue más lento con lo fiscal. Ellos están haciendo al revés.
Yo estoy de acuerdo con este approach en tanto y en cuanto no se enamoren del cepo. Tener el cepo le da muchas ventajas de management de la economía, pero le retrasa la inversión.
— ¿Es sostenible la política cambiaria de devaluar a un ritmo fijo de 2% por mes?
— Si y solo sí la inflación converge al 2% razonablemente rápido o hay ganancias de productividad importantes rápido. No es nuestro escenario base. Ojalá me equivoque y vayamos al 2% rápido.
— ¿Es para preocuparse que el Gobierno se maneje con la restricción que impone el Presupuesto del año anterior y no presente el suyo para el resto del año?
— No es ideal, pero no me preocupa. Lo ideal es siempre tener un Presupuesto aprobado por el Congreso y que se respete a rajatabla. Pero entre el cambio de gobierno y la inestabilidad macro, es entendible.
— ¿Cómo presupuesta la economía para el resto del año, en una apretada síntesis sobre inflación, actividad, salario real y tipo de cambio nominal y real?
— La actividad va a caer 3,3% en 2024, pero deja arrastre positivo para el 2025 en donde esperamos un buen año.
El salario real cae durante el año, pero recupera parte de lo perdido en los primeros meses de 2024 y diciembre 2023. La inflación la vemos en 185% y el tipo de cambio en $1.700, asumiendo que hay un cambio de régimen en diciembre próximo.
— ¿Una reflexión final?
— Si Milei es exitoso en su cambio cultural, tenemos la chance de tener otra argentina. Es obvio que uno no está de acuerdo en todo lo que hace el Gobierno, ni a nivel técnico ni a nivel político. No sería sano que uno compre todo porque ahí se deja de ser un analista y se transforma en un militante. Pero con las reservas del caso, me considero cautelosamente optimista con lo que viene para la Argentina.