Una situación económica compleja

compartir

Miguel A. Kiguel para “El Cronista”

Argentina enfrenta una situación económica compleja ya que el crecimiento se está desacelerando rápidamente, el déficit fiscal aumenta y seguramente rondará el 2.5% del PBI (el mayor de los últimos diez año), y el gobierno tiene cerrado el acceso al financiamiento externo. ¿Qué implica esta nueva realidad para la evolución del crecimiento y para el diseño de la política económica?

 

El deterioro de las cuentas fiscales es un proceso que se viene observando desde hace varios años y es el resultado de un fuerte aumento en el gasto público que en el 2011 superó el 35% anual.  Durante la mayor parte de la era Kirchner estos aumentos pudieron ser financiados con importantes subas en la carga impositiva, que aumentó entre 2004 y 2011 de 22%  a 29% del PBI.  La recaudación aumentó gracias a la mayor actividad económica y a los traspasos de los aportes jubilatorios al Estado, a lo que se suma una mayor inflación que permitió un aumento en el impuesto a las ganancias, dado que los ajustes del mínimo no imponible fueron pequeños y que las empresas no pudieron efectuar ajustes por inflación.

 

Estos aumentos en la recaudación permitieron que las fuertes subas en el gasto público hasta el 2008 no llevaran a un aumento en el déficit fiscal.  Así se pudieron incrementar los gastos en infraestructura y en algunos programas sociales sin deteriorar las cuentas fiscales. 

 

Sin embargo, y principalmente debido a los aumentos en los subsidios a la energía y al transporte la situación fiscal se ha ven ido deteriorando y hoy el gobierno por primera vez en la era K enfrenta dilemas en política fiscal que seguramente van a tener un impacto importante tanto sobre el nivel de actividad en el corto plaza como con el crecimiento de mediano y largo plazo.

 

Este déficit limita la posibilidad de usar una política fiscal expansiva en momentos en que la economía da claras señales de desaceleración mientras que algunos indicadores líderes de la actividad económica (como los que producen la Universidad Torcuato Di Tella y la Universidad Nacional de Tucumán) muestran que hay una alta probabilidad de que la economía entre en recesión.

 

Esta dificultad para implementar una política fiscal contra-cíclica se explica en gran parte por el hecho de que déficit fiscal ya es abultado, sobre todo en un momento en el que Argentina no tiene acceso a financiamiento externo a tasas razonables. Los déficits fiscales hay que financiarlos y hoy la Argentina lo está haciendo utilizando recursos del Banco Central. Se usan las reservas internacionales para cubrir los desbalances en dólares y se emite dinero para cubrir las necesidades en pesos. 

 

Si el déficit fiscal se mantiene en 2,5% del PBI el financiamiento estaría asegurado, sin poner más presiones sobre la emisión monetaria ni tener que recurrir a que la ANSES tenga que vender bonos en dólares que tenga en cartera. La situación se complica si aumenta el déficit fiscal debido a un menor crecimiento de la recaudación o si se aumenta el gasto para tratar de estimular el nivel de actividad ya que hoy no cuenta con mayor financiamiento.

 

Siempre existe la posibilidad de que el Banco Central emita más pesos, pero si ese fuera el caso aumentaría el riesgo de un aumento de la inflación.  La alternativa de acceder al mercado externo mediante la emisión de un bono parece cada vez más remota, no sólo porque el gobierno mantiene la política de desendeudamiento, sino que también porque habría que convalidar tasas de interés que son altas respecto de las que pagó en el 2007 y de lo que pagan hoy países como Brasil, Uruguay o Perú.

 

El nivel del riesgo país, que hoy supera los mil puntos, resulta un fuerte obstáculo para restablecer el crecimiento.  El principal problema es que a estos niveles ni el gobierno nacional, ni las provincias ni el sector privado pueden obtener financiamiento a largo plazo a tasas razonables.   Esta situación es particularmente preocupante debido a que Argentina necesita grandes inversiones en infraestructura en general y en el sector de petróleo y gas en particular para superar la crisis energética y restablecer el autoabastecimiento.

 

Por ahora todo indica que el riesgo país se va a mantener alto.  Los problemas vienen tanto por el lado externo, debido a que la crisis de Grecia ha llevado a un aumento de las tasas de interés para los países considerados de alto riesgo, como por el lado interno, ya que las perspectivas de un arreglo con el Club de París se han alejado luego de la expropiación de YPF mientras que el Gobierno no logra diseñar una estrategia para evitar una caída en el nivel de reservas.

 

Un panorama económico complejo pero que por ahora se mantiene dentro de límites que son “manejables”.  El gran problema es que dado que el déficit fiscal actual es elevado, que el país no tiene acceso a financiamiento y que no existe la voluntad de llevar adelante una mayor depreciación del peso el gobierno se está quedando sin políticas macroeconómicas contra-cíclicas en caso en que la economía se estanque o entre en recesión. 

compartir

Artículos Relacionados

Este sitio está protegido por reCAPTCHA y se aplican la Política de privacidad y los Términos de servicio de Google.

Complete su correo, y le enviaremos un Email con los pasos para recuperar su contraseña.

Este sitio está protegido por reCAPTCHA y se aplican la Política de privacidad y los Términos de servicio de Google.