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Buena parte de los argentinos que viajaron a los Estados Unidos en el año que terminó sintieron un déjá vu.
La tarea corrosiva de la inflación hizo posible que, en términos reales, la paridad entre el dólar y el peso volviera al 1 a 1 que cimentó la convertibilidad. Así, Miami se llenó de compatriotas que, tal como ocurría en los 90, cargaban más bolsas de regalos de las que podían llevar. Sin embargo, el contexto actual es muy distinto al precedente, ya que el país aún mantiene un colchón cambiario importante con sus principales socios comerciales –Brasil, China y la Unión Europea–, lo que le permite seguir siendo competitivo en líneas generales.
“Medida en términos reales, la maxidevaluación que siguió a la crisis de fin de siglo ya se ha evaporado”, postula el centro de estudios económicos del Banco Ciudad. Para la entidad, si se considera el tipo de cambio nominal y la inflación minorista real, la paridad contra el dólar volvió a fines de 2011 a los niveles que presentaba en diciembre de 2001. Como las mediciones de la inflación no son unánimes, otros analistas sostienen que aún no se llegó a ese punto, pero que el retorno del 1 a 1 ocurrirá en algún momento de este año. En 2011, el dólar pasó de $3,97 a $4,30, una devaluación del 8%.
El regreso al 1 a 1 desata los fantasmas de la crisis que llevó a la debacle. Sin embargo, la situación del país se parece poco a la de 2001, lo que le da al Gobierno mayor margen de maniobra.
Una diferencia central es que el dólar ya no es lo que era. “En 2001 había un superdólar; la divisa tocó los máximos históricos desde la Segunda Guerra. Desde entonces se ha ido debilitando frente a otras monedas”, señala Eric Ritondale, de Econviews. Diego Giacomini, economista jefe de Economía&Regiones (E&R), apunta que “en ese momento, el dólar era la moneda más apreciada del mundo y eso le quitaba mucha competitividad a la economía argentina. Hoy el dólar tiene mucho menos valor”. Valen dos botones de muestra del cambio de posición de la divisa norteamericana: a finales de los 90, la tasa de referencia de la Fed –equivalente al Banco Central norteamericano– llegó a estar en 6,75% y hoy está en 0,25%. Otro elemento es la cotización respecto del euro: hace diez años, la moneda europea cotizaba a US$0,90 y hoy está a US$1,28.
“La Argentina perdió la competitividad que tenía, pero está lejos de lo que fue la convertibilidad”, señala Ramiro Castiñeiras, de Econométrica. Y marca otro punto central: “en los 90, aun después de tres años de recesión, el país tenía un déficit de balanza de pagos de 1,5% del PBI y hoy tiene equilibrada la cuenta corriente”.
Pero la principal diferencia con la convertibilidad es que el tipo de cambio multilateral (TCM) –una canasta integrada, entre otras monedas, por por el euro, el dólar, el real brasileño y el yuan chino– se ubica en 1,60. “Eso se debe, principalmente, a que todavía se conserva un abultado colchón cambiario con el real (1,90) y el euro (1,50), aunque desde el inicios de 2011, el peso muestre una acelerada apreciación contra ambas monedas”, postula el Ciudad. Así, el TCM le permite al país contar con un margen cambiario que no resulta igual de cómodo para todos los sectores. “El colchón que le queda a la Argentina es diferente para el sector industrial sustituidor de importaciones que para el agroexportador”, dice Giacomini.
Los economistas coinciden en que el dólar caro de la posconvertibilidad sirvió para proteger a la industria sustituidora de importaciones, pero no generó un crecimiento significativo de las cantidades vendidas, ni contribuyó a diversificar la canasta exportadora. Según E&R, el TCM del sector importador estará en 1,73 en diciembre del año próximo. “Todavía hay un paraguas protector para el sustituidor, pero esa protección se viene erosionando desde 2009, cuando estaba en 2,20. Y esto se produce básicamente a consecuencia de la inflación”, dice Giacomini.
La situación del sector agroexportador es muy distinta a la de la industria. “En octubre de 2011, el índice de competitividad efectiva del sector agropecuario estaba 7% por debajo del nivel que tenía a la salida de la convertibilidad”, sostiene E&R. Sin embargo, el año pasado, la competitividad del sector subió 8,5% sobre el nivel de 2010, porque los precios de los commodities aumentaron más que los costos de producción. Por ejemplo, el poroto de soja subió 33% y el trigo 52%, mientras que los salarios se incrementaron 27%.
“Lo más relevante es la dinámica. El ritmo de apreciación del tipo de cambio real es muy rápido y, año tras año, va complicando a algunos sectores”, sostiene Maximiliano Castillo Carrillo, de ACM.
El impacto del 1 a 1 también se relativiza porque el intercambio comercial con los Estados Unidos perdió peso. Según datos de la Cámara Argentina de Comercio, las exportaciones argentinas a ese país pasaron de representar un 13,48% en 1990 a un 6,22% en 2009. Y las importaciones eran el 60,6% en 1990 y cayeron a 13,2% en 2009. Hoy Brasil es el principal socio comercial de la Argentina y acapara el 30% del intercambio, seguido por los países de la Unión Europea, con el 20%.
“La apreciación del TCR es un resultado esperable en una economía que crece rápido; es casi inevitable”, sostiene Ritondale y refuerza que “el país no tiene un problema cambiario con estos precios internacionales y este valor del euro y del real”. Además, resalta que los términos de intercambio –la relación entre los precios de los productos que la Argentina exporta y los precios de los que importa– “están 35% por encima del nivel de la convertibilidad”.
La previsión de los analistas es que, en este año, la devaluación nominal del peso duplicará el ritmo de 2011. “Para 2012 prevemos que la devaluación llegará al 14%, con lo que el dólar oficial cerrará el año en $4,90. Y ese es el piso que estimamos para el dólar blue , porque asumimos que el mercado seguirá desdoblado”, dice Castiñeiras. Giacomini anticipa una devaluación mayor, del 19%, que instalará la divisa en $5,18 en diciembre de 2012. “Estamos esperando una devaluación no muy importante, de entre el 10 y el 15%”, dice Castillo Carrillo.