“Habrá que bajar de un hondazo al dólar”

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Como en las justas medievales, el Banco Central bajó la visera de su yelmo, alzó el escudo, puso su lanza en ristre y azuzó el corcel. Antes de echar a andar había dado muerte a las bandas de flotación cambiara. Con las manos libres para intervenir en la plaza cuando lo considere necesario, sabe que lo que vendrá ahora se decidirá a cara o cruz. Del otro lado el mercado no dudará en medirle sus fuerzas. “El esquema de tener las manos atadas en una economía bimonetaria como la Argentina, donde pensamos y ahorramos en dólares, era peligroso. Además, entramos en un año electoral y entonces eso ya es dar demasiada ventaja”, explica a La Prensa el economista Miguel Zielonka, director asociado de la consultora EconViews. Y agrega: “En cuanto a lo que quiere el Fondo, que es el prestamista de última instancia, tradicionalmente pretende que los recursos prestados se utilicen para cancelar deuda y no para intervenir en el mercado cambiario, pero la verdad es que aunque no quede bien decirlo, nosotros somos un país diferente. Lo cierto es que no hemos llegado a construir una moneda local, confiable, y la gente y los inversores se vuelcan al dólar. 

La banda era demasiado ancha? ¿Podía darse un escenario de crisis hasta que la cotización del dólar superara el techo, pautado en $51,45?

Por definición el Fondo no quería bandas cambiarias, quería que el tipo de cambio flotara. Creo que ante la Argentina hizo una concesión permitiendo establecer el esquema de bandas, donde se podía intervenir si el precio superaba el techo o el piso. Pero esto era como en las relaciones de pareja, era una concesión que no estaba activa. Como si te dicen que podés salir con tus amigos los jueves de 23.30 a 23.45.

¿Hasta salir de la Zona de No Intervención, podía pagar el Gobierno un costo político innecesario en tiempos electorales?

El proceso está acelerado. Estamos en una situación donde los precios se están moviendo al 4% mensual y el dólar es una referencia ineludible. No se trata entonces de un tema puramente cambiario. Si dejaba flotar la moneda hasta el techo, el traslado de precios sería importante y eso retroalimentaría todas las demás variables. La gente no quiere tener pesos en sus manos, quiere más dólares, y el riesgo de ingresar en una espiral era realmente grande.

Por eso el FMI hizo otra concesión.

El FMI ya había hecho otra concesión: la venta de u$s 9.600 millones del Tesoro, a través de subastas del Banco Central. Voy a machacar sobre lo mismo. Como el FMI es amante de la flotación libre y no quiere ninguna intervención, esas ventas las habían pautado a un ritmo de u$s 60 millones diarios, en dos licitaciones con horarios preestablecidos.

No había factor sorpresa.

Claro. Así se quitaba la sorpresa. El esquema no afectaba al mercado cambiario, era lo más puro, pero para cuando se subiera al ring a pelear, le iban a llenar la cara de dedos. Además, no se podía acumular el monto para salir con más fuerza cuando fuese necesario. Decirle al Gobierno que manejara esos fondos como quiera no está en el ADN del Fondo Monetario Internacional. Estoy de acuerdo con la flotación, pero en un mercado más maduro y normal. En el nuestro, transitando por este escenario tan sensible, con elecciones presidenciales a la vista, dejarlo flotar implica asumir riesgos innecesarios.

FLEXIBLE

El Gobierno firmó un primer acuerdo con el FMI, que tuvo que renegociarse porque no se cumplieron los objetivos. Luego se estableció el esquema de bandas de flotación y ahora vamos a la flotación sucia. ¿Por qué el Fondo se muestra tan flexible?

Lo que ocurre, con los desembolsos hechos, dos tercios del programa firmado, es que Argentina se ha transformado en el principal deudor en materia de programas de asistencia. No somos uno más. Dentro del portafolios somos uno de los deudores más importantes. En lo personal, pienso que el Fondo prefiere continuar la charla de negociación con Macri y no con Cristina. Una crisis severa podría gatillar un cambio político en la Argentian que el FMI no desea.

¿Hay cierto afán de no soltarnos la mano?

Antes que estas cuestiones políticas, creo que con la relación histórica que hemos tenido y los fracasos previos, al FMI le interesa que el programa de asistencia salga bien. Se ha flexibilizado el acuerdo, pero las cosas planteadas desde el lado argentino tenían sentido. Pienso que en el organismo evaluaron que estos cambios aumentan las chances de éxito del programa.

Además, prefieren a Macri.

Además, prefieren negociar con alguien más pro mercado o con un peronismo en la tercera vía. Sí es verdad que meterle volatilidad cambiaria a este escenario le resta chances al programa. La verdad es que el pragmatismo en este caso está bien enfocado. Ahora es a cara o cruz. En algún momento cargarán fuerte contra el dólar.

¿Hay con qué frenar una corrida cambiaria?

Al Banco Central lo van a torear, lo van a testear. No se sabe cuándo, pero va a haber un momento donde el Banco Central tendrá que poner todo arriba de la mesa. Se va a establecer una pulseada. No tengo forma de garantizar que la va a ganar, pero tendrá que estar dispuesto a cumplir con una prueba de amor. Van a testear hasta qué punto se mantiene el compromiso de usar las reservas para intervenir en el mercado. Si se supera esa instancia satisfactoriamente, bajará un escalón el nivel de volatilidad. Igualmente esto no se resolverá hasta que pasen las elecciones. Hoy no se pueden descartar escenarios. Espero que cuando llegue ese momento no haya dudas por parte del Central ni respuestas tibias. Si lo controlan, entrarán en una zona de menor volatilidad, a la espera de novedades en el terreno electoral.

LAS ANCLAS

Una de las anclas del tipo de cambio es la tasa de interés. ¿Alcanza con eso?

No alcanzó y por eso estamos donde estamos. Con tasa pura no se puede. Los inversores testean constantemente en esa pulseada que sigue dándose día tras día. En algún momento hay que romper alguna muñeca para ganar una pulseada. El que apostó en contra del peso en algún momento tiene que perder. Pero con tasa sola no se puede lograr. Pienso que en un momento habrá que bajar de un hondazo al dólar, y tiene que doler. Porque sino se instala la sensación de que compro dólares y siempre me sale bien. Entonces los inversores se animan a más. En este caso, ganar por puntos no sirve. Dura poco. Es decir que en esta estrategia se necesita la tasa alta, pero también intervenir fuerte para bajar el dólar.

Las otras dos anclas son las expectativas y el nivel del tipo de cambio. ¿Qué perspectivas hay?

Es clave estabilizar el tipo de cambio. Las chances de bajar la inflació;n son más bajas si esto no ocurre. Si se estabiliza el dólar, puede ocurrir. Hay algunos signos de que la inflación puede moverse al rango del 2,5% mensual. Algunos colegas que hacen relevamiento de precios de alta frecuencia muestran que para fin de abril se mostraba una desaceleración, a 0,5% semanal. Pero es algo dinámico. Si vuelve a subir el dólar, entonces no se logra desacelerar el proceso. Si plancho el dólar, y una parte de la canasta está en dólares, entonces se contienen los precios. El problema no es sólo de depreciación, ya que de octubre a octubre no fue tan pronunciada. Lo nocivo es la volatilidad. Que suba 15 y luego baje 15. Entonces cuesta que haya precios.

BALANCE

¿Qué balance hace de la política monetaria ensayada en estos tres años de la gestión Cambiemos? Tuvimos metas de inflación, bandas cambiarias y ahora flotación sucia.

Claramente empezamos con metas de inflación cuando no estaban dadas las condiciones. Quizás la complicación que trasciende a lo largo de estos tres regímenes, metas, agregados y flotación sucia, es que hubo que tratar de controlar la inflación mientras subían las tarifas. Los precios regulados no dependen de ninguna variable que se maneje desde la política monetaria. Con lo cual, la suba de los precios relativos impactaban igual sobre la inflación.

¿Se pierde seriedad con tantos cambios?

El cambio de regímenes es consecuencia de que los resultados de la lucha contra la inflación no fueron los deseados. Es una asignatura pendiente. No suma a la credibilidad del Central tener que cambiar de régimen con tanta frecuencia. Claro que también resulta necesario cambiar si la dieta no da sus frutos. Ser flexible y saber cambiar a tiempo de estrategia puede ser leído también como una virtud.

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