El dólar paralelo: cómo es “la cocina” de un negocio que revivió al calor de los controles oficiales

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Los mayores controles sobre la compraventa de divisas por parte de la AFIP, el Banco Central y también la UIF le dieron vida a un negocio que moviliza cientos de “coleros”. Según operadores de la city, en días agitados se adquieren u$s30 millones diarios.

Desde hace un tiempo a esta parte, se hizo habitual leer sobre las compras de dólares que se realizan por fuera del mercado libre de cambios.

Este circuito, que se mueve en forma paralela al de los bancos y casas de cambio, tiene múltiples nombres.

El más común es el llamado “Blue”, “Marginal” o “Paralelo”.

Pero, ¿cómo opera realmente? Y, principalmente, ¿por qué existe y cuáles son las razones para que su volumen haya crecido, nada más y nada menos, que un 40% en lo que va del año?

Para entender al mercado paralelo hay que conocer quiénes son sus protagonistas. Es decir, los “arbolitos” y las llamadas “cuevas”.

Los primeros son individuos que, en la calle, se ocupan de transformar los pesos, reales y euros de los particulares en dólares, según la necesidad del cliente.

Las “cuevas”, a su vez, son los lugares donde se llevan a cabo estas transacciones.

La cotización en el mercado “blue” es siempre mayor a la que exhiben las pizarras de bancos y casas de cambio.

De alguna manera, indica el sobreprecio que está dispuesto a pagar el sector privado por hacerse de billetes pero de manera anónima.

Hoy está casi un 5% por encima del oficial: mientras que en uno se vende a $4.10, en el paralelo debe pagarse un valor que oscila en una franja que va entre los $4,25 y los $4,30.

La reciente proliferación de “cuevas” y “arbolitos” ha hecho que, en la actualidad, se torne relativamente sencillo adquirir dólares en la city porteña por fuera de los controles oficiales, cada vez más intensos.

Al revés del dólar que se negocia en las casas de cambio y bancos de todo el país, en el que la transparencia viene a ser la principal “virtud” (pues todos pueden saber el precio consultando simplemente las pizarras), en este segmento la determinación de su cotización es “más artesanal”.

En tal sentido, quien toma una operación de compra, a pedido de un cliente, lo que hace básicamente es consultar vía telefónica a quien es su proveedor de divisas “blue”.

Este, en base a la mayor o menor demanda de ese día, le da el valor de mercado.

El principal volumen lo concentran las llamadas “líneas directas” que, por lo general, en un extremo encuentra a los corredores de cambio (en la práctica son los que establecen las pautas del mercado).

A partir de un valor de referencia, el resto de los operadores fijan sus cotizaciones, agregando una comisión que suele rondar los 0,10 centavos por dólar.

Cuando se compra más de u$s 1.000 en una casa de cambio, es obligatorio llenar un formulario indicando tanto el destino que se le dará a ese dinero, como así también el origen de los fondos.

Hay algunas firmas que limitan las compras mensuales a u$s3.000 por individuo.

En el caso de las empresas, mas allá de mostrar las justificaciones correspondientes, “si la transacción es por un monto importante no es de extrañar que se reciba algún llamado oficial exigiendo explicaciones”, afirma un operador bancario.

En tal sentido, tiempo atrás, el controvertido ex ministro, Domingo Cavallo, había disparado una frase que generó todo tipo de polémicas: “Cuando retorne el interés del público por el dólar, es altamente probable que el Gobierno intente restringir las compras, ante lo cual se recrearía un mercado paralelo, de características similares al de los años “80”.

¿Existe alguna alternativa para que este mercado se diluya? Para el ex ministro, la única alternativa para que esto se dé es “eliminar totalmente los controles”.

“La libertad cambiaria es aquello que hará que desaparezca”, explica Cavallo.

Ahora bien, ¿cuáles son las entidades que posan su mirada en las operaciones de compraventa? Básicamente la AFIP, el Banco Central y también la UIF (Unidad de Información Financiera).

En relación a esta última su titular, José Sbatella, ya había señalado en una entrevista con iProfesional.com el objetivo principal de la entidad: “Aspiramos a que el Banco Central continúe con la fiscalización de los sujetos que se encuentran bancarizados”.

“El objetivo es lograr que, por un lado, el Central pueda penar a los infractores con las sanciones que establece la Ley Penal Cambiaria. Pero, al mismo tiempo, que sean aplicadas las sanciones establecidas en la Ley Antilavado”, destacó.

La AFIP no se queda atrás en cuanto a la intensificación de controles.

Tal es así que, en los últimos meses, el organismo que conduce Ricardo Echegaray envió más de 300.000 cartas a pequeños ahorristas que habían comprado dólares, a raíz de supuestas “inconsistencias fiscales”.

Lo sorprendente es que muchos de ellos habían adquirido montos bajos.

Por otro lado, envió recientemente al Banco Central un listado de 6.000 contribuyentes, a fines de que queden inhabilitados para comprar divisas.

Para la entidad están sospechados de “prestar” sus documentos para transaccionar en bancos o casas de cambio.

“En los últimos meses varios compradores de divisas recibieron cartas en las que el organismo recaudador les advirtió sobre operaciones que no coinciden con su capacidad contributiva”, destacaron desde la entidad.

Lo cierto es que, después de varios meses de mantener una brecha pequeña respecto de la paridad oficial, el “blue” se despegó y comenzó a llamar la atención de los analistas.

“Este mayor apetito por el dólar se registra cuando todavía faltan casi seis meses para las eleciones presidenciales. El nerviosismo y la eventual mayor demanda es un tema para monitorear de cerca en un año electoral, pero el Central, con el nivel actual de reservas, tiene poder de fuego suficiente para evitar cualquier movimiento brusco de la moneda”, sostiene Miguel Kiguel, titular de la consultora Econviews.

De todas formas, para este ex funcionario, aun cuando el Gobierno esté en condiciones de alejar eventuales temores devaluatorios, hay una clientela asegurada para los “arbolitos”: la de aquellos que, ante un aumento de los controles, “prefieren pagar un sobrecosto y pasarse al mercado informal”.

¿Qué tamaño tiene el mercado “blue”?
“En la práctica, es un mercado muy pequeño”, afirma un operador de la city porteña.

Según estimaciones mueve, en días agitados, unos u$s30 millones por día. En tanto, el mercado oficial de contado (spot) opera unos u$s200 millones diarios y el mayorista (MAE y MEC), unos u$s700 millones.

Vale decir que el informal representa apenas un 10% (o menos) de las transacciones que se llevan a cabo en el circuito oficial.

En tanto, el “marginal” del mercado de cambio mayorista (compuesto por el Mercado Abierto Electrónico y CIOPEL) es el llamado “contado con liquidación”, o “conta con liqui”, como se dice en la jerga.

Este último, también llamado “gris”, es la modalidad preferida por las medianas y grandes empresas que necesitan operar volúmenes importantes de divisas, sin pasar por la lupa del Banco Central.

¿Cómo es la operatoria?

•Se compran en el mercado local títulos en dólares, que también cotizan en los EE.UU. (como ser acciones de empresas argentinas o bonos soberanos).

• Una vez adquiridos (con pesos), se los revende en el exterior (en dólares).

• Así, ese dinero queda depositado fuera del país y en moneda extranjera.

Si bien las variaciones en la cotización del “contado con liqui” son menores que las del “blue”, ello no implica que las mismas no sean un indicador que las autoridades siguen muy de cerca, ya que ésta es la vía preferida para fugar por parte de los grandes compradores.

Según el cálculo de Kiguel, el diferencial de precio entre esta modalidad y el dólar oficial alcanzó los 4,7 puntos, “lo que refleja una mayor dolarización de las carteras”.

La diferencia entre el mercado oficial y el informal o “blue” da lugar a un interesante arbitraje.

Esto es, comprar en blanco – en alguna entidad bancaria o casa de cambio – y venderlos en el mercado paralelo.

A los valores de hoy, se compraría a $4,10 y se vendería entre $4,25 y $4,30.

Así, en pocas horas, se puede hacer una renta de casi 5%, imposible de igualar en cualquier otro negocio financiero.

Los “coleros” son un “regimiento” de personas, de muy bajos recursos, contratadas para comprar, presentando su DNI, entre u$s1.500 y u$s2.000 cada una.

No tienen que firmar declaraciones juradas ni justificar el origen de fondos, ya que dichas adquisiciones no superan el límite establecido.

Existen verdaderas organizaciones que contratan entre 40 y 50 de estos “personajes” por día para que adquieran dólares en el mostrador al precio oficial.

Normalmente se distribuyen, en los puntos de compraventa, listas con los nombres de los individuos que hacen este trabajo de “hormiga”.

¿Cuánto ganan? Se calcula que por cada u$s10.000 obtienen una ganancia cercana a los $1.200.

La mayoría de estas operaciones son efectuadas por personas que les proveen diariamente unos $400.000 a los punteros, que luego son los encargados de distribuir la plata entre los coleros.

Según fuentes, todos los días de la semana se juntan varias decenas de coleros a las 10 de la mañana en las cercanías de la calle San Martín al 300.

Allí, los punteros entregan el dinero y los citan en la otra cuadra para una hora más tarde.

A lo largo del día y hasta las 15 horas, cuando dejan de operar las casas de cambio, los coleros se renuevan.

Una vez hechas estas operaciones, son los punteros los que revenden esos dólares en el mercado negro, donde los compradores están dispuestos a adquirir divisas más caras, pero con la ventaja de no tener que dejar su nombre en ningún registro.

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