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Se viene un “barajar y dar de nuevo”

06 Abril 2020

La humanidad está haciendo un curso acelerado e intensivo de coronavirus. Profesionales de la salud, economistas, empresarios, cuentapropistas, familias y organizaciones de todo tipo están adaptándose a una realidad que no estaba en el radar de nadie al momento del brindis de fin de año. A esta altura, mi lista personal de dudas excede por varios cuerpos a la de certezas. En realidad, no tengo certezas. Tal vez haya dos puntos en los cuales mi margen de error en la predicción o en la definición de conceptos sea menor.

La primera es que la disyuntiva entre la solución sanitaria y la resolución económica de la crisis es de tipo moral. Transitoriamente, hasta que haya vacuna, el aislamiento social compra tiempo pero también compra una recesión más grave, que puede terminar en depresión. Cada país está tomando una decisión soberana desde lo moral en donde quiere pararse en ese equilibrio entre priorizar la salud o la economía. Todos sabemos que la prioridad son ambas, el tema es cómo implementar esas semanas que dan un tiempo valiosísimo al sistema de salud y que, a la vez, no quiten un tiempo valiosísimo a empresas y familias al borde de la quiebra.

La segunda es que, una vez hayamos pasado la etapa más complicada de esta crisis, nos enfrentaremos a un mundo totalmente diferente. Como dije antes, me cuesta mucho imaginarme cómo va a ser el nuevo orden mundial y, mucho más humildemente, como va a ser la vida diaria de cada uno de nosotros, pero al menos creo vislumbrar qué es lo que no va a seguir funcionando del mismo modo.

1. La globalización, tal cual la conocíamos, está herida de muerte. La disrupción de oferta de las cuarentenas está paralizando la producción de todas las cadenas que se habían relocalizado en diferentes países buscando especialización y aumento de productividad. Por ejemplo, la industria automotriz encuentra a muchas plantas cerradas porque no pueden abastecerse de insumos desde otros países, en cuarentena o con el trasporte afectado. Esto va a llevar a que muchos productos “estratégicos” no vuelvan a tener una producción globalizada. Pensemos en respiradores, por ejemplo. Muchos países no tienen fábricas porque consideraban que siempre iban a poder acceder a comprarlos a través del comercio internacional. Más de un país va a revisar esa decisión.

2. Las decisiones de ahorro e inversión en el sector privado serán muy diferentes, al menos para las generaciones que están siendo afectadas por este shock tan fuerte, tan imprevisto y tan fulminante. Esto va a implicar, por un lado, un menor consumo en ítems “superfluos” a medida que las familias vayan reconociendo el valor extra que tiene un colchón de liquidez más holgado que el que tenían hasta ahora. Además, la propia caída de ingresos también va a implicar un recorte del consumo, no solo en productos y servicios sofisticados, sino también en prestaciones básicas. Por el lado de las empresas, habrá un menor apetito y capacidad de endeudamiento justificado en una mayor incertidumbre para pronosticar el flujo del negocio y también por un menor acceso al crédito. El sector público intentara compensar la caída de consumo e inversión en el sector privado, pero no está claro que pueda lograrlo, ni siquiera en el corto plazo. El nivel de actividad y la tasa de interés van a verse muy afectados en la nueva economía, con tasas de interés y de crecimiento real sensiblemente más bajas.

3. El mercado de empleo va a ser radicalmente diferente. Importantes sectores de la oferta laboral quedaron desactualizados. La legislación laboral va a quedar obsoleta. El desempleo va a ser sensiblemente más alto y los países con mayor regulación laboral deberían relajar su postura, más bien por necesidad, o enfrentar un aumento muy importante de la informalidad.

En cualquier caso, no quiero cambiar el tenor de estas reflexiones. No me siento en condiciones de ser contundente en pronósticos. La sensación de seguridad también contrajo el coronavirus. Sigo teniendo infinitamente más cantidad de dudas que de certezas, salvo que el mundo va a ser totalmente diferente a como lo conocíamos. Se viene un “barajar y dar de nuevo”.