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Lo que viene es un período de mucha prosperidad en el país

04 Enero 2016

Fue subsecretario de Finanzas en el gobierno de Carlos Menem y es mencionado como uno de los economistas de referencia del flamante presidente Mauricio Macri. Con amplia trayectoria en las finanzas, es asesor de organismos multilaterales como el Banco Mundial y el BID. Economista de la Universidad de Buenos Aires y doctor en Economía graduado en la Universidad de Columbia, Miguel Kiguel comenta sus percepciones acerca de la coyuntura, de los errores del kirchnerismo y del horizonte para el mediano plazo.

–¿Qué opinión le merece la incipiente transición económica?

–El gobierno que entra recibe una coyuntura muy compleja para el corto plazo. Hay desequilibrios muy fuertes que el gobierno anterior llevó al extremo y mantenerlos por más tiempo sería desastroso para el país. Hay un atraso cambiario fuerte, un déficit fiscal desbordado, reservas muy bajas, sin acceso al crédito, exportaciones colapsando e inflación del 30%. Encauzar todos esos desajustes rápidamente es una tarea ingrata. Es el cirujano que tiene que operar al paciente con dolor. Pero la diferencia con otros momentos similares es que una vez que se resuelva el nudo, y yo creo que se va a resolver en los próximos tres meses, lo que viene es un período de mucha prosperidad en el país, ya que hay economías regionales estancadas y un sinnúmero de empresas que vienen desde hace tiempo postergando inversiones.

–¿Cuál es el origen del desequilibrio?

–La economía argentina funcionó razonablemente hasta el 2010. Funcionaban el sistema cambiario y la entrada de capitales, no faltaban reservas, no había mercado paralelo, el déficit fiscal era razonable, la inflación era alta pero no estaba desbocada... Es por eso que, a mi entender, el problema central ha sido el cepo cambiario. A partir de ahí comienzan a acumularse errores de política económica. Es como el capítulo de los tres chiflados en el que para tapar un caño agujereado ponen un parche en un lugar, entonces el agua empieza a salir por otros tres agujeros y hay que volver a poner parches. El cepo funcionó bien durante dos meses desde noviembre del 2011, pero luego apareció el paralelo y con éste la brecha y los cinco tipos de cambio... y al final nunca pudiste tapar todos los agujeros.

–La falta de divisas, ¿es resultado de una mala gestión económica o es un mal estructural de la economía nacional?

–Yo no tengo dudas de que es mala gestión económica, porque ningún país del mundo tiene el problema que tenemos nosotros salvo Venezuela, que tiene una gestión económica peor que la nuestra. Los dólares faltan por culpa de la política cambiaria. Si Argentina tuviera un tipo de cambio normal, exportaría y mucho. Con la política correcta, Argentina puede generar dólares y sobrarían dólares. Es más, los dólares están en Argentina, el problema es que no los tiene el Banco Central.

–¿Es relevante resolver el tema de los fondos buitre?

–En este esfuerzo de recomponer las reservas del BCRA, no a cualquier precio, habría que tener una estrategia clara para llegar a un acuerdo con los fondos buitre, una estrategia que incluya la parte legal, la negociación y los apoyos internacionales. Este apoyo, más que una declaración de la ONU que no suma absolutamente nada, debería ser un apoyo formal del gobierno de Estados Unidos que predispusiera a las partes de una mejor forma. Macri inicia su gestión con un déficit de 10.000 millones de dólares en cuenta corriente, es decir que para recomponer reservas las divisas deberán llegar por cuenta capital. Será crucial, entonces, que vengan inversiones, préstamos al sector privado y al sector público-provincial. Es por ello que el tema buitres es importante.

–Argentina está en buena posición para tomar deuda... ¿cree que la política de desendeudamiento también fue errada?

–Para desendeudarse genuinamente, un país necesita superávit fiscal: gasto menos de lo que recaudo y el remanente lo uso para pagar deuda. La otra forma es creciendo. De esa manera, el peso de la deuda respecto del producto es cada vez menor. Hasta el 2010 hubo superávit y crecimiento. Luego del 2011 lo que se hizo fue utilizar activos para pagar pasivos, y eso ya no es desendeudarse. Además, se volvió a tomar deuda: con China por el swap, con las casas matrices por las utilidades no remitidas y con los proveedores de insumos de las industrias.

–¿Cómo se maneja el equilibrio entre dólar, precios y salarios?

–Hay dos desafíos. El primero es respecto de los primeros tres meses, en los que lo que hace falta es recomponer los precios, especialmente el tipo de cambio, que impide a la Argentina competir, exportar y generar dólares. Eso es preocupante porque hay una inflación alta y una gimnasia en cuanto al traslado de la devaluación a los precios. El hecho de tener un Banco Central con un presidente más independiente permite pensar que se puede hacer la corrección responsablemente. El segundo tiene que ver con el mercado laboral, lo que depende del comportamiento de las empresas. Hoy veo a las empresas comportándose de manera muy irresponsable, aumentando precios aun antes de que suceda la corrección cambiaria. Si eso se generaliza, hay un riesgo de recesión fuerte. Si suben los precios, el Banco Central no aumenta la cantidad de dinero y los salarios tampoco suben, y eso da como resultado recesión. Es un tema que habrá que seguir de cerca. A mediano plazo, cuando pase el cimbronazo inicial, la economía empezará a crecer. No sé si los salarios crecerán en el 2016, pero apuesto a que lo harán desde el 2017.