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El Monty Hall argentino

14 Mayo 2021

El concursante debe elegir una puerta entre tres (todas cerradas). Lo que encuentre detrás de la elegida será el premio que se lleve a su casa. Se sabe que tras una de ellas hay un 0 km y tras las otras dos hay cabras. Una vez que el concursante elige una puerta y está por abrirla, Monty Hall (el presentador), que sabe lo que hay detrás, abrirá otra en la que hay una cabra y le dará la opción al concursante de cambiar de elección, si así lo desea. Esta era la secuencia de un célebre programa estadounidense de los 60s.

Desde que el ministro Martin Guzmán asumió como ministro estuvo tratando de evitar abrir la puerta detrás de la cual está el FMI. Primero con la renegociación de la deuda con privados, que en los papeles hubiese requerido concretar un nuevo programa que reemplace al Stan-By firmado en 2018 por el gobierno anterior, establecer un programa macroeconómico y así obtener mejores condiciones. El apadrinado por Stiglitz esquivó la puerta del FMI y logró una aceptación del 99% en el canje, roll-overeando los vencimientos de capital e intereses hasta 2025, y consiguiendo una concesión en el interés, aunque (casi) ninguna en el capital. El riesgo país cayó, pero se mantiene en los 1.500 puntos, niveles de cuasi-default.

Seguramente consiga esquivarla nuevamente en el caso del vencimiento programado con el Club de París, cuya renegociación también, en los papeles, requeriría avanzar en un atisbo de acuerdo con el fondo. La factura por US$ 2,500 millones que vence el 30 del mes casi con seguridad no será pagada y empezarán a correr los 60 días de gracia. Habrá tiempo para que el doctorado en Brown, durante la nueva gira por Europa que emprenderá junto al presidente, logre algún waiver para no abonar los punitorios extraordinarios (alrededor de US$ 2,000 millones). 

Pero ya en diciembre, con el resultado de las elecciones puesto, sin más DEGs disponibles (la moneda del Fondo que usaríamos para pagarle los US$ 4,500 millones que vencen en lo que resta del año) y con US$ 23,000 millones por pagar en 2022, no habrá otra opción para el hincha confeso del Lobo que abrir la puerta que estuvo evitando desde que asumió: la del FMI.

¿A qué responde la reticencia de sentarse a negociar con Kristalina Georgieva, que se ha mostrado interesada en encontrar el mejor acuerdo posible, y que en más de una ocasión ha sido elogiada abiertamente por integrantes del Gobierno a causa de su buena predisposición? 

¿Por qué demorar un acuerdo y jugar al borde del offside en las negociaciones, tanto con los privados hace un año, como con el Club de París ahora? Una explicación plausible es que la demora sea porque con quien tiene que sentarse a negociar el ministro Guzmán no es con la búlgara que preside el FMI, sino con la propia coalición de gobierno. Y a la luz de los últimos acontecimientos, puede que esa sea la negociación más ardua, la verdadera puerta que hasta ahora se eligió no abrir. 

Es que sentarse a negociar con el fondo es como sentarse a negociar con un jugador que te muestra todas las cartas antes de arrancar: se sabe de antemano todos sus movimientos. ¿Cuál es su motivación? Principalmente evitar que su principal deudor (la Argentina) no le pague y enfrente el default más importante de su historia. Ahora, el FMI tiene reglas para otorgar sus préstamos y difícilmente las cambie, aunque seguramente mostrará mucha flexibilidad en los targets y en las condicionalidades.

Pero las peticiones serán las de siempre: reducir el déficit o incluso generar un superávit fiscal, bajar la inflación, incrementar las reservas netas y avanzar sobre reformas estructurales que incrementen la competitividad y favorezcan la inversión y el crecimiento de largo plazo, para mejorar la capacidad de pago. En criollo: habrá que revisar el atraso tarifario que generó que el gasto en subsidios se haya duplicado con respecto a hace un año; habrá que revisar la tasa de política monetaria que hoy se sitúa varios puntos por debajo de la expectativa de inflación; habrá que revisar la política cambiaria, que elige usar los dólares que compra para intervenir en la brecha y no para engrosar las reservas; y habrá que pensar en algo más que un cambio de fórmula para hacer sostenible un sistema previsional que explica la mitad del gasto primario. Entre otras cosas. 

Todas estas revisiones anticipan arduas discusiones dentro del seno del equipo económico, pero más aún dentro de la coalición gobernante. Todas con final abierto. Las negociaciones no serán fáciles, tanto las internas como las que se llevarán a cabo con el staff del fondo, aunque existen incentivos para que todas las partes implicadas lleguen a un acuerdo. No hacer nada no es una opción. La puerta que queda por abrir indefectiblemente es la del FMI (y todo lo que conlleva).