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El crédito aceleró su caída en octubre por la recesión y la suba de tasas de interés

05 Noviembre 2018

El crédito bancario, que había jugado un rol central en el despegue de la economía desde el final de 2016 y hasta marzo pasado, aceleró su caída en octubre, con lo que mostró su primera baja para el cierre de un mes en la comparación interanual. El fenómeno es consecuencia de una demanda cada vez más retraída por la merma en el nivel de actividad y, a la vez, ante una oferta de financiamiento cada vez más deteriorada en productos, plazos y tasas. Pero está en buena medida alentado por el programa que el Gobierno lanzó para terminar con la corrida cambiaria, que tiene al apretón monetario como componente central.

Aun así, la baja no deja de llamar la atención por la profundidad que ha alcanzado: el stock total de crédito en pesos al sector privado, que representa el 73% del financiamiento total, se contrajo en casi $23.000 millones (de los 1,578 billones al 28 de septiembre a los 1,555 billones al 31 de octubre), con una caída del 1,4%, a la vez que el asignado en dólares retrocedió en casi US$300 millones. "Ambas involuciones dejan a la vista que las cancelaciones superaron por lejos a los nuevos otorgamientos. Algo que hacía muchos años no sucedía", describe el economista Andrés Méndez, de la consultora AMF.

"Para el crédito en pesos al sector privado el deterioro significó su primera caída real en la comparación año a año. El segmento más castigado fue el crédito a las empresas, que cayó incluso nominalmente, seguido del crédito al consumo y de los créditos de garantía real (hipotecas y prendas)", evaluó la consultora EconViews en un informe.

"Retrocedió luego de 31 meses en la medición interanual y tras tres meses de estancamiento. Los créditos ahora reflejan un retroceso intermensual empujados principalmente por las líneas comerciales; en particular los adelantos en cuenta corriente", detalló el economista Joaquín Berro Madero, que habitualmente sigue estas estadísticas para el Ieral (instituto de investigaciones de la Fundación Mediterránea). "Es un descenso nominal y real del stock de créditos al sector privado, mucho más marcado en los préstamos en pesos. Esto significa, ni más ni menos, que deudores tratan de 'salir', a menos que cuenten con préstamos pactados a tasa fija, y que potenciales tomadores de crédito procuran, dentro de lo posible, no endeudarse", insiste Méndez. La respuesta del sistema bancario fue contundente a los estímulos que recibió: los bancos fueron muy agresivos en captar nuevos depósitos a plazo fijo en pesos (tomaron $120.000 millones más de privados en octubre y el stock de estas colocaciones creció más de 15%), con lo que ayudaron a secar la plaza de pesos.

Buscaron, a su vez, migrar hacia una inversión sin los riesgos que enfrentarían por mantener o aumentar su cartera de créditos, en una economía que tiene marcada su hoja de ruta hacia el ajuste por algunos meses más, o para poder usar las Letras de Liquidez (Leliq) que le compraron al BCRA en el encaje por los nuevos depósitos. "Es una tendencia que se mantendrá por algunos meses. El crédito seguirá perdiendo dinamismo por las altas tasas de interés y la recesión económica", predicen en EconViews. En términos reales, el segmento más castigado fue el crédito comercial (básicamente, adelantos en cuenta corriente y descuento de cheques), que ya suma seis caídas consecutivas. "También cayó por sexto mes seguido el crédito al consumo (préstamos personales y tarjetas), mientras que el crédito de garantía real (hipotecas y prendarios) ya sumó cuatro contracciones sucesivas", muestra esa consultora. A su vez, el crédito en dólares al sector privado, que había llegado a superar los US$16.590 millones en junio, cerró octubre en US$15.600 millones tras otro retroceso (tercero en cuatro meses) de US$300 millones en el stock total, mostrando que no se recupera la demanda ni por los estímulos que la devaluación dio a las exportaciones. "La realidad del crédito bancario está íntimamente vinculada con el desplome del nivel de actividad económica, que tornó cautelosos a los inversores y a los propios consumidores. En este contexto, todos dilatan su toma de decisiones hasta advertir un horizonte más claro para concretarlas. Y esto vale tanto para el proceso de inversión en las empresas como el de consumo de bienes durables en las familias", insiste Méndez.

Berro Madero subraya, por su parte, el papel que tuvo la suba de tasas en la retracción de la demanda. "Las tasas de interés activas, tanto para préstamos personales como para acuerdos por adelantos en cuenta corriente a empresas medianas y grandes, reflejan un comportamiento similar, alcanzando un promedio de 63,2% anual en el primer caso -tomando el promedio móvil de los últimos 20 días- y 78,2% anual en el segundo", explica. Méndez concuerda al respecto y observa que ese encarecimiento llevó a muchas empresas a recostarse sobre "variantes menos onerosas, como por ejemplo el crédito de proveedores", y avisa que esta situación no se superará hasta que se revierta "el proceso contractivo de la actividad económica y se supere la fuerte desconfianza que afecta a los activos domésticos. Eso contribuirá a lubricar las poleas de transmisión que motorizan el crédito bancario", sostiene.