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Efecto resaca: por borrachera de cuotas la clase media se apura a cancelar deudas

20 Octubre 2010

iProfesional.com



Comprar con tarjeta y aprovechar las promociones resulta tentador. El problema es que a fin de mes llega el resumen. Y cuando los argentinos sienten que tocaron un umbral con el plástico buscan diversificar sus métodos para financiarse. Es ahí donde los créditos personales vuelven a decir presente

La fiebre del plástico que dominara a la economía argentina durante el último año comienza a dar señales de una baja en su temperatura.

Para los analistas, lo que está ocurriendo es una suerte de “resaca financiera”, tras la borrachera de cuotas sin interés que llevara a los argentinos a elevar su endeudamiento con los bancos. 

“En estos últimos meses nuestros clientes han asignado una mayor prioridad a la cancelación de sus obligaciones con tarjetas”, reconoció a iProfesional.com el directivo de un banco de primer nivel. 

Y las cifras del propio Banco Central no hacen más que confirmar sus afirmaciones. 

En efecto, el saldo impago de los resúmenes de cuenta de las familias dejó de crecer desde julio a esta parte. 

En contraposición, se observa una mayor tendencia a tomar créditos personales, tal como puede apreciarse en el siguiente cuadro, elaborado según datos del Banco Central:

¿Cómo puede interpretarse este freno en las deudas contraídas con los plásticos y el acelere en los préstamos personales? Los analistas esbozan algunos lineamientos:

Diversificación: la tendencia de buena parte de la clase media a equilibrar el protagonismo de las tarjetas con el de otras líneas de crédito. 

Rubros diferentes: la búsqueda de adelantar consumos en ítems no tan vinculados con el plástico (refacción del hogar o prendarios para 0km).

Límite autoimpuesto: la cultura de los argentinos de no superar un determinado techo en el nivel de endeudamiento vía tarjeta.

Es así como los analistas destacan que la búsqueda de adelantar consumos, como mecanismo de defensa ante la inflación, sigue firme. Pero las herramientas de financiamiento utilizadas ahora son más amplias. 

En este sentido, la situación actual estaría marcando un punto de inflexión: los préstamos prendarios y personales -luego de estar tres años a la sombra de los plásticos- han pasado a tener tasas de crecimiento mayores. 

¿Cómo viene dándose esta carrera? En la proyección anualizada de crecimiento, los primeros “corren” a una velocidad del 55%, los segundos al 53% y los terceros a un 34 por ciento.

Andrés Méndez, director de la consultora financiera AMF, destaca que este cambio en el mix de financiamiento es producto de la sensación de una mayor estabilidad en el empleo que experimentan buena parte de los argentinos, lo que da lugar a que otras líneas de crédito -que van más allá del plástico- recuperen su protagonismo. 

“Cuando se atraviesan momentos recesivos o de incertidumbre los préstamos personales se planchan en relación a los gastos con tarjeta. Y esto es así porque, en general, están atados a montos más elevados. Por el contrario, cuando la seguridad en materia laboral aumenta, la gente se muestra más propensa a pedir un crédito personal”, asegura Méndez.

Nueva fase


Así las cosas, los argentinos han comenzado a marcar el camino de una nueva fase en materia de financiamiento, signada por una mayor diversificación en los instrumentos de deuda que utilizan. 

Esta situación no tomó por sorpresa a los bancos, que ya daban por descontado que -tras el pico de ventas financiadas que tuviera lugar en el primer semestre y hasta el Mundial de fútbol- el saldo de endeudamiento con tarjetas moderaría su expansión. 

De hecho, el gran repunte del financiamiento fue impulsado por las mismas entidades que antes promocionaban las 50 cuotas fijas y ahora redujeron ese plazo y buscan combinarlo (y compensarlo) con descuentos -en general del 20%- al momento de efectuar la compra.

Sí a gastar con tarjeta, pero también a reducir el saldo 

“Es posible que en este momento se esté cerca de tocar un techo en el volumen financiado con tarjetas, como consecuencia de que también las compras de electrodomésticos, que fueron el rubro que motorizó a esta herramienta, han comenzado a estabilizarse”, comenta off the record un ejecutivo del área crediticia de un banco de capital extranjero.

Sobre este punto, cabe señalar que los analistas no hablan de un enfriamiento en el ritmo de compras con plástico, pero sí de la búsqueda por cancelar una mayor proporción del resumen que llega a fin de mes. 

¿Por qué esta conducta? Básicamente por cuestiones culturales, muy arraigadas en la sociedad, de no superar un determinado umbral de endeudamiento.

Las familias están priorizando la cancelación de deuda luego de que sus resúmenes mensuales empezaran a mostrar cifras mucho más abultadas.

El “Gen” argentino no tolera mucha deuda

Es sabido que los argentinos no son propensos a endeudarse demasiado. Esto, de alguna manera, está vinculado con los abruptos cambios de escenario y consecuentes crisis económicas que, históricamente, han recaído sobre el país y que a muchos los tomara por sorpresa.

Desde autos hasta casas se compran en su mayoría con “dinero en mano”, a diferencia de lo que ocurre en otros países cuyos habitantes están habituados a mantener elevados pasivos.

Y este “gen cultural” es el que hace que -una vez alcanzado un determinado umbral- sobrevenga la cautela. 

Y un nivel de deuda cercano a los dos salarios promedio, como el que muestran las familias argentinas en la actualidad, parece ser un motivo más que suficiente para que muchas de ellas ahora busquen “no pasarse de esa raya”.

¿Queda margen para que ese umbral se corra un poquito más? No mucho. Según las investigaciones de la consultora Deloitte, el pico máximo se tocó en 2008, momento en que la media llegó a ser de 2,2 salarios, cifra muy cercana a la actual.

“Culturalmente, los argentinos tienen resistencia a quedar muy comprometidos a largo plazo. Lo ocurrido en los meses previos al Mundial fue excepcional, porque las promociones eran muy atractivas y se dieron junto con el recambio tecnológico”, señala Guillermo Barbero, experto en finanzas de Deloitte.

Ahora, “se llegó a un cierto agotamiento en el uso del plástico como mecanismo de financiamiento, luego de que los argentinos elevaran su deuda por las promociones”, destaca el economista David Mermelstein, analista de la consultora Econviews.

Para el experto de la firma dirigida por Miguel Kiguel, la decisión tomada por muchas familias de no seguir incrementando el monto impago responde a una actitud más racional, tras el comportamiento del primer semestre. 

De todas formas, afirma que tanto los plásticos como los préstamos personales continuarán disfrutando de un buen dinamismo mientras el ahorrista común no vea al dólar o al plazo fijo como alternativas para protegerse de la suba de precios.

El regreso de los personales


“Tradicionalmente el crédito personal fue la estrella del mercado financiero para el consumo. A diferencia de las tarjetas, su variación tiene una correlación muy directa con el ritmo de la economía del país”, indica Méndez. 

Según el analista, las diferentes herramientas crediticias suelen ser utilizadas para necesidades diferentes. Mientras los plásticos están vinculados a las compras cotidianas y a los planes de cuotas de electrodomésticos, los personales son buscados para gastos más excepcionales y de monto mayor. 

“Los típicos montos que se solicitan arrancan en los $10.000, es decir, valores a los que las tarjetas usualmente no llegan porque superan los límites”, señala Méndez.

Más allá del papelerío que se debe completar, la falta de inmediatez y el mayor filtro para obtenerlo (por estar asociados a montos más elevados) lo cierto es que las tasas de los créditos personales son más reducidas que las que resultan de financiar saldos en tarjetas.

Es así como ahora, coincidiendo con una vuelta del crecimiento a “tasas chinas”, un sector de clase media-alta que se había alejado preventivamente de los bancos emprendió su regreso.

El siguiente cuadro, que muestra la variación trimestral de personales y tarjetas según datos del BCRA, permite apreciar cómo se invirtieron los roles de suba entre uno y otro de un trimestre al siguiente: 

Los prendarios, por su parte, están fuertemente ligados a la compra de automotores, sector que este año batirá su récord histórico de ventas.

Sobre este punto cabe destacar que de los 515.000 autos comercializados en el año, uno de cada tres estuvo apalancado con alguna línea de financiamiento.

El crédito que viene


El marketing bancario está delineando su forma para esta nueva etapa. 

Con la reducción de las 50 cuotas a períodos más reducidos, las entidades intentarán que el plástico vuelva a su función histórica de financiar el consumo de corto plazo, mientras que los préstamos personales -que pueden llegar hasta los 84 meses- intentarán cobrar mayor protagonismo en el largo. 

"Hoy la intención de la mayoría de los bancos es la de regresar a plazos de 18 y 24, que es a lo que estamos acostumbrados”, afirma Víctor Bescos, gerente de Productos de Banco Ciudad. 

De hecho, en este momento ya quedan pocas alternativas de 50 cuotas fijas y en pesos. Y en las alianzas estratégicas con los supermercados se llega, como máximo, a 30.

Como parte de la estrategia, también se dispusieron planes de refinanciación del saldo, para evitar así los típicos saltos en la tasa de mora que suelen llegar tras el boom de consumo. 

Por otra parte, la inflación llevó a las instituciones a aumentar -en muchos casos a duplicar- los topes de financiamiento impuestos a principios de año, para acompañar el ritmo de suba de precios y que el mayor endeudamiento de las familias no funcione como techo.

El otro efecto de la inflación y de las subas de salarios nominales es que los argentinos continúan apostando al “efecto licuación”, aunque ahora se muestren más predispuestos a reducir sus saldos impagos. 

La expectativa, entonces, es que el endeudamiento de las familias argentinas esté en el corto plazo más distribuido en comparación con lo que se vio durante el primer semestre. Y, de esa forma, podría ubicarse más cerca de lo que han sido los parámetros históricos de las diferentes herramientas de crédito.

En todo caso, el punto sobre el que no hay dudas es que, sea cual fuere el instrumento crediticio utilizado, el nivel de ventas seguirá a toda velocidad, por lo menos hasta las elecciones de fines de 2011.

“El mismo Gobierno va a seguir impulsando el consumo. El motor de este fenómeno es que la gente no tiene alternativas para ahorrar, por las tasas negativas en términos reales”, señala Mermelstein, de Econviews.

Y Méndez, de AMF, observa que “por estos días todos los indicadores están volando”. Atribuye la situación a una coyuntura especial, en la cual “los que tienen que tomar crédito se animaron a hacerlo, mientras que los que tienen plata para prestar están muy líquidos”.

En buen romance, los bancos tienen dinero, la gente tiene ganas de consumir. Y el Gobierno capitaliza los buenos indicadores. Un negocio que deja a todos contentos, al menos mientras dure.

Fernando Gutiérrez