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¿Cuánto puede empeorar la calidad de cartera de los bancos?

16 March 2009

David A. Mermelstein para El Cronista

Siempre que tiene lugar una “fiesta financiera”, después hay que pagar los platos rotos. Vaya fiesta la que terminó a fines del 2007 en las principales plazas del sistema global, y ni hablar del tamaño de los costos que todos, en mayor o menor medida, estamos pagando.

Estados Unidos, que supo tener una tasa de morosidad (definida como atrasos mayores a 30 días) promedio del 2,1% entre 1996 y 2006, vio aumentar su mora hasta el 2,4% en 2007, para cerrar el 2008 con un 4,6%... y creciendo. Para ver valores similares a esos, hay que remontarse hasta la recesión de 1991, cuando la morosidad alcanzó el 6%.

Salvando las distancias, en la Argentina supimos tener nuestra pequeña fiestita financiera entre mediados de 2004 y principios de 2008. Lamentablemente, casi nada de hipotecas, salvo algunas con tasa variable, pero sí mucho crédito al consumo. 

Hoy que la coyuntura macroeconómica cambió, y que los deudores enfrentan dificultades crecientes para afrontar el pago de sus deudas o refinanciarlas, que ven sus ingresos erosionarse, y que las condiciones de empleo se endurecen, es momento de empezar a hacer las cuentas de los platos rotos a pagar. 

A medida que las carteras crediticias originadas durante los años recientes, muchas de ellas de dudosa calidad, van madurando en un contexto macroeconómico cada día más adverso, los bancos van afrontando cargos por incobrabilidad más altos. Es cierto que el punto de partida es un nivel de morosidad históricamente bajo, y que encuentra a un sistema bancario con importantes niveles de previsionamiento y buenos indicadores de liquidez y solvencia.

La pregunta es hasta dónde puede aumentar la morosidad en este contexto de cóctel entre crisis financiera global y condimentos autóctonos. Mirando la historia, se ve que en el caso de los bancos privados, la cartera irregular estuvo levemente por encima del 10% durante lo peor del Tequila, para retornar a un valor medio del 7%-8% tiempo después. Si se agregan los bancos públicos al promedio, durante los períodos tranquilos de la historia reciente la tasa de cartera irregular sube unos 3 puntos porcentuales (p.p.), mientras que durante la crisis de 2001-02 más de 10 p.p.

El dato de diciembre último, que registra una cartera irregular del 3% en el sistema en su conjunto, todavía muestra un nivel de cumplimiento muy alto en el caso del crédito a empresas, con una cartera irregular de apenas 1,9%, mientras que la cartera irregular del crédito a familias alcanzaba entonces el 4,3%. 

La severidad de la crisis poco a poco comienza a afectar la capacidad de repago de las empresas, por lo que habría que esperar un deterioro todavía no registrado hasta diciembre último en las carteras de ese segmento (que representan el 55% del total), lo que debe adicionarse a la tendencia al alza ya vista en la morosidad de los individuos.

En definitiva, si bien el valor medio histórico para los bancos privados en torno al 7-8% de irregularidad todavía parece lejano, se sabe que muchas variables financieras suelen mostrar ‘reversión a la media‘. 

Al menos esta vez el sistema bancario, lo cual incluye a los bancos y a los instrumentos con los que cuenta el Banco Central, está mejor preparado que en otras ocasiones, y todavía hay algo de tiempo para acciones paliativas mediante la gestión de cobranzas. Si bien la erosión de la calidad de carteras que se espera significará pérdidas, no implica por el momento riesgos mayores para los bancos individualmente, ni mucho menos para el sistema en su conjunto. 

David Mermelstein, economista de Econviews